Nueve partidos después, el Lalín ha vuelto a ganar. Los rojinegros habían marcado la visita del Arenteiro al Cortizo como una inmejorable oportunidad para dar su primer golpe de efecto en su remontada hacia la permanencia y su apuesta no pudo salir mejor. El tercer partido de la era de Alberto Pereira Tamayo al frente del equipo no pudo salir mejor. Los locales se mostraron como un equipo sólido y generoso a la hora de destruir el poco juego creado por los visitantes y mostraron pizcas de descaro a la hora de atacar. El resultado fue un 2-0 con tantos de dos defensas, Dani Reboredo y Maceiro, agua bendita para un equipo que solo había sido capaz de marcar seis goles en las 17 jornadas anteriores.

El duelo jugado en el Cortizo sintético, siguió el guión esperado. Los visitantes apostaron por la solidez defensiva, las contras y los balones directos en busca de la velocidad de sus hombres de arriba. A los locales les tocó por tanto asumir el reto de llevar el balón al suelo. Les costó en un inicio de nerviosismo pero se fueron soltando con el paso de los minutos. A eso ayudó el primer tanto. La jugada arranca de una conducción de Jemba que terminó con un disparo mordido. El balón suelto lo cazó Reboredo para marcar el primer gol. Fue el único que acertó en una primera parte en la que ambos equipos gozaron de dos ocasiones para marcar.

Tras el paso por vestuarios, el Lalín cambió de táctica. Aguardando los balones directos del Arenteiro en busca de la remontada, Tamayo pobló la medular para intentar ganar los segundos balones. Al tiempo, renunciaron en gran medida a salir con el balón jugado, optando por buscar el segundo tanto a la contra. A partir de ahí, a los rojinegros les tocó sufrir. El Arenteiro buscó jugar siempre en campo contrario y la generosidad a la hora de realizar las labores de destrucción fue vital. Cañón y Gabri, en el doble pivote por delante de los centrales ganaron la partida a sus rivales, dando siempre aire a sus compañeros.

La respuesta al buen juego local llegaría en el minuto 73 de partido con el segundo tanto. Fue una jugada a balón parado con un segundo centro que encontró a Maceiro bien plantado dentro del área. Su remate de cabeza se marchó al fondo de la red.

A partir de ahí, el Arenteiro quemó todas sus naves y gozó de alguna ocasión clara, especialmente en disparos lejanos.