Borja Fernández sufre esta semana una de esas situaciones kafkianas que facilita el reglamento caduco y nada claro que rige el fútbol español. Cualquiera diría que algunos de los artículos han sido redactados directamente con los pies. El joven mediocentro vigués, uno de los futbolistas con los que Berizzo iba a contar en el partido de hoy de Copa del Rey ante el Almería, verá el partido desde la grada por la sanción que pesa sobre él con el conjunto filial. El mismo motivo por el que tampoco podrá jugar el domingo en Granada a las órdenes de Berizzo.

El vigués vio el domingo en Barreiro ante el Somozas su quinta amarilla con el Celta B lo que le acarrea suspensión por acumulación de amonestaciones. Esa circunstancia le impedía jugar en Granada el domingo porque el castigo hay que cumplirlo en la siguiente jornada, independientemente de la categoría. Pero la sorpresa llegó al quedarse también fuera del partido de Copa de hoy. Según el reglamento, Borja no puede "volver a jugar" (sin aclarar la competición) hasta que cumpla la sanción con el filial, algo que sucederá el domingo cuando finalice la jornada. Y esa es la razón por la que se perderá los dos partidos con el primer equipo y lógicamente el que juega el Celta B contra el Coruxo. Una situación absurda a la que se enfrentan el Celta y el futbolista, que se ve condenado a cumplir en realidad tres partidos de sanción.

El Celta, con el caso Cheryshev sobrevolando el ambiente, parece querer evitar cualquier problema porque la controversia es evidente. La norma se modificó posiblemente para evitar pillerías de algunos clubes en la utilización de jugadores jóvenes que alternan el primer equipo y el filial. La variante de la Copa del Rey no parece haber sido contemplada y ante la redacción del reglamento, que insiste en no concretar competiciones y se limita a decir que "no puede jugar", el club prefiere evitar riesgos. En una demostración de lo arbitrario que es el reglamento en ocasiones y la propia Federación, cuando el Celta consultó sobre este particular la respuesta que recibió desde la sede de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas fue "prudencia". Una respuesta que describe el nivel del fútbol español, la extraña situación que se vive en este caso y el lógico temor del Celta a que la alineación del canterano tuviese consecuencias graves. Por ese motivo han preferido resignarse y asumir que el joven medio tenga que pagar realmente tres partidos de sanción por lo que al final era un castigo por acumulación de amonestaciones.