Rafa Benítez no ha salido indemne del tropiezo en Villarreal. El entrenador del Madrid ha perdido la confianza de la directiva, que asiste muy preocupada a los constantes fracasos del equipo cada vez que se enfrenta a un cita relevante. Por si fuese poco, tampoco la plantilla está con el entrenador que ya se encuentra en una situación de lo más delicada. Ayer los medios más próximos al presidente se apresuraron a contar que en el palco Benítez tenía cada vez menos apoyos, señal inequívoca de que se está preparando el terreno por si hay que tomar alguna decisión tajante. Un tropiezo ante el Rayo el domingo (el mismo día que el Barcelona puede proclamarse campeón del mundo en Tokio) podría desencadenar la toma de alguna decisión drástica.

El técnico está muy lejos de cumplir las expectativas con las que fue fichado. Del Madrid sólido, ordenado y equilibrado que se pretendía apenas hay vestigios y lo visto hasta ahora no ayuda a pensar que todavía pueda darse.

"Quiero un equipo que ataque como hasta ahora y que defienda mejor". Así se presentó Benítez en el Madrid. El desequilibrio entre defensa y ataque fue uno de los grandes talones de Aquiles de su antecesor en el banquillo más complicado del fútbol mundial.

El Madrid de Ancelotti era un máquina de demolición cuando atacaba, pero cierto coladero cuando había que tapar huecos. Con el paso del tiempo resulta que el Madrid de Benítez hace mucho menos daño en ataque y es todavía más endeble defensivamente.

Los números son los peores del Madrid en muchos años. Menos goles, menos puntos, pero sobre todo una sensación de fragilidad y hasta de descomposición que se pone sobre todo de manifiesto en las citas más importantes.

Con Ancelotti empezó a labrarse un Madrid que no da la talla en los grandes partidos, y esa característica no ha dejado de agrandarse en la era Benítez. La pretemporada ya dejó entrever lo que ahora es una notable vía de agua. El equipo había perdido chispa y los desarreglos seguían siendo notables.

Con el paso de los meses el Madrid se asienta en la descripción de duro con los débiles y débil con los fuertes. Golea a los Malmoe y compañía y se estrella con el Barcelona. Es cierto que Benítez parte de un problema muy gordo, como es el de encontrarse con una plantilla totalmente desequilibrada, pero donde Ancelotti al menos conseguía bandearse y sacar cierto rendimiento, él no es capaz de imprimir el sello de la fama de riguroso de que venía precedido y el equipo se le está yendo de las manos.

Con todos estos ingredientes no es de extrañar que la directiva ya esté examinando de lleno al entrenador y que incluso tenga preparado un recambio; éste sería en principio Zidane, un técnico del gusto de Florentino Pérez, el mismo que ve a Bale como el próximo jugador que tire del carro, cuando los números también dejan en muy mal lugar al galés.

La preocupación de la cúpula madridista aumenta por el hecho de que comprueba que la plantilla no sintoniza con el entrenador. Y es que a Benítez por faltar hasta le falta mano izquierda. Demasiados déficits.