El Vigo mereció mejor premio que el resultado cosechado en Badajoz ya que el juego fue más meritorio que el resultado final. Todo estuvo en contra del conjunto vigués, los árbitros excesivamente locales, e incluso el propio desplazamiento. Posiblemente el mejor partido jugado fuera de Vigo, que al menos sirvió para calibrar hasta dónde puede llegar el equipo olívico en el segundo tramo del campeonato.

El comienzo del encuentro fue algo inusual. Los vigueses comenzaron mandando 2-5, ya se intuía que entraban muy fuertes y así fue. Se pasó al 6-12. Los locales no sabían por dónde les caían los puntos, los bloqueos y los ataques. Los vigueses no bajaron el ritmo y arrollaron (13-25).

El comienzo del segundo set ya fue mucho más igualado porque los visitantes bajaron un poco el ritmo y los locales lo subieron. De esta forma los empates eran consecutivos en el marcador hasta el 13-13. Los locales se distanciaron dos puntos (18-16) que pudieron mantener hasta el final del set.

El tercero fue un calco del primero pero al revés: los locales se metieron en el partido, los visitantes desaparecieron del campo y comenzaron los errores, se encogió el brazo y nadie era capaz de resolver con lo que las diferencias en el marcador eran grandes (15-7).

El cuarto set también comenzó con diferencias favorables a los locales en el marcador de dos puntos (6-4) pero rápidamente los vigueses se pusieron a su altura y consiguieron que el set fuese el más igualado hasta el 17- 17. En ese momento volvieron a despegarse los locales de dos puntos que les sirvieron para mantener el nivel y sobre todo conseguir los tres puntos en disputa.

Ahora toca el descanso navideño que los vigueses aprovecharán para seguir mejorando y tratar de hacer una segunda vuelta mejor que esta primera.