A falta de veinte minutos, con 38-15 en el marcador, Marcos Muñiz pidió el cambio y echó a correr hacia el vestuario. Estupendo partido del canterano en la acometida, el empuje y el robo. Cumplida la tarea, a Muñiz le tocaba irse a ejercer de Papa Noel en un centro comercial, digno y comprometido en ambos trabajos. Aquel chiquillo a veces demasiado pendiente de sus dolores se ha convertido en un delantero línea imponente, extraordinario en la relación velocidad-peso, que ilumina el futuro del club cada que rompe la línea contraria. Es por Muñiz, por todos los Muñiz del vestuario, que el Blusens Networks respira.

La victoria sobre el Oviedo relaja la angustia acumulada durante las siete derrotas consecutivas. El Blusens escala hasta la octava posición gracias a su tercer triunfo y el bonus ofensivo. Impidió puntuar a los carbayones, rivales directos. El calendario ofrece terreno para el despegue, con un partido contra el Durango y dos consecutivos contra el Salvador B. El XV del Olivo confía en dejar la permanencia bien encaminada en la transición hacia el nuevo año.

Lo cierto es que la escuadra, si recupera efectivos y puede entrenarse con cierta continuidad, debiera andar sobrada en el objetivo de la salvación. Ayer aplastó al Oviedo, que llegaba por encima en la clasificación, pese a sus caídas de tensión en defensa y que Uru iniciase el encuentro en el banquillo -al contrario que Muñoz, él tuvo que llegar un poco tarde-.

Santiago Gutiérrez bloqueó una patada y ensayó en la primera acción del choque. Acostumbrado a moverse contra corriente, el Blusens agradeció ese golpe inicial. Se le disparó la autoestima al XV, incluso en exceso. El Oviedo vivió exclusivamente de la vuelta tras patada. Y Maguna, empeñado en apurar cada centímetro en los golpes de castigo, regaló algunas contras jugosas. A cambio, el talentoso apertura, bien combinado con Riveiro, imprimió un ritmo muy elevado a las combinaciones a la mano. El XV del Olivo recuperó ayer la alegría y la precisión. El oval recorrió todo el frente, a veces en acciones de ida y vuelta que acababan desordenando a su adversario. El choque se rompió tras el 14-8 y ni siquiera la amarilla a Moure en la segunda mitad alentó la reacción asturiana.

El XV del Olivo exhibió su superioridad técnica en varias suertes. Tito estuvo infalible en la touch. Tatafu percutió con su habitual contundencia. La melé viguesa arrastró a la ovetense. Aunque también anticipándose en la presión, la falta de contundencia en los placajes fue el único defecto de consideración en una tarde tranquila, la primera desde hace mucho tiempo en As Lagoas.