¿Un problema de concentración? Resulta difícil encontrar otra explicación para desmesurada generosidad defensiva que el Celta ha tenido con los contrarios desde que se midió al Valencia el pasado 7 de noviembre. Frente al conjunto che, que obtuvo en una histórica goleada en Balaídos (1-5), el Celta dilapidó un partido bien jugado con fallos defensivos muy gruesos, singularmente una cesión del Jonny al portero que acabó en las botas de Paco Alcácer justo al inicio del segundo tiempo y que privó al equipo celeste de toda posibilidad de reacción.

La catástrofe se repitió en el clásico de Riazor, ya en el descuento, con un autogol del propio Jonny en una falta total de entendimiento con el portero, Sergio Álvarez.

El propio Sergio fue el protagonista en el siguiente borrón, cometido por el equipo vigués, en el duelo que le enfrentó al Sporting de Gijón el pasado sábado en Balaídos. El guardameta de Catoria tropezó con la misma piedra que Jonny al entregar en un saque de portería la pelota al delantero rojiblanco Carlos Castro, que besó el santo nada más ingresar en el terreno de juego gracias a la inmensa generosidad del portero céltico.

Aunque llovía sobre mojado, el Celta se recreó en el error el pasado miércoles en el Estadio de los Juegos Mediterráneos durante el primer asalto de la Copa del Rey entre el conjunto celeste y el Almería. El responsable del fue esta vez Gustavo Cabral, seguramente el defensa céltico más fiable en lo que se lleva disputado de temporada, quien también entregó en bandeja de plata el gol al delantero rival, en este caso el rojiblanco José Ángel Pozo, en una cesión al portero mal ejecutada en una acción sin aparente peligro.