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Si los pinchan, sangran

Los suplentes se reivindican como piezas útiles en la estructura de Berizzo

Señé intenta eludir la entrada de un jugador local. // LOF

Partido de más a menos, lo propia de una escuadra con suplentes, sin rutinas ni ritmo. Pero con una feliz conclusión: los menos empleados también saben jugar al fútbol, poseen músculos, huesos, tendones, una intención, un afán. Si los pinchan, sangran. El cicateo de Berizzo en las sustituciones, costumbre que bordea la manía, provoca que haya jugadores en la plantilla que parezcan estafermos o maniquíes. A fuerza de verlos en chándal se les llega a sospechar alguna tara. No la tienen. Madinda, Señé, Drazic o Borja Fernández son piezas válidas. Entre la titularidad liguera y el cono de entrenamiento existe una escala gradual de utilidad que el técnico celeste debiera explorar.

un equipo con personalidad

El Almería es un test de escaso nivel. Con nombres de prestigio, pero angustiados por la condición de colista. Otros conjuntos de Primera, sin embargo, han sufrido más en esta ida. No hay que despreciar la solvencia de la actuación. El Celta siempre se comporta con energía. Exhibe una personalidad definida en los días buenos y los malos. También en alineaciones tan modifidadas.

la confianza de tucu

Iago Aspas y el Tucu marcaron las diferencias. Poseen ese toque diferencial que seguramente traza la frontera entre titulares y suplentes. Resulta extraordinario el efecto que la confianza puede tener en un jugador. El Tucu jamás será esa estrella que Berizzo publicitó. Se le fue la mano. Pero sí un jugador con peso y empaque, que tiene en la pausa su martirio y su gloria. El chileno se mueve a un ritmo distinto. Desespera si el Celta relampaguea. Pero es un refugio en el que guarecerse de los ataques de pánico. Y aunque se le pierda en las llegadas, y frecuente menos el juego aéreo, en el que es excelente, su producción está siendo superior como pivote que como mediapunta.

regalo institucionalizado

Si el Almería inquietó fue por Cabral, titular indiscutible, el añorado durante la sangría. Ese mesianismo tan futbolístico, que encumbra al que falta, suele resultar excesivo. Cabral falló como Jonny o Sergio. El Celta ha institucionalizado el regalo, como en la Gürtel o en la Patos.

La ecuación del despeje

Esos fallos célticos no son fruto de la casualidad ni una simple mala racha. Se falla porque se intenta siempre controlar el balón, incluso en territorios peligrosos. Rubén, obsesionado con no repetir los fallos de Sergio, jugó al zurriagazo. Una decisión inteligente. Pero que invita a reconsiderar las críticas al catoirense en su gravedad. ¿Cuántas acciones quedaron abortadas en el útero del portero? ¿Cuántos despejes equivalen a un gol regalado?

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