El Balonmán Cangas-Frigoríficos del Morrazo se despidió ayer de su segunda aventura europea tras empatar (29-29) contra el CSM Bucarest. La losa de los siete goles de diferencia del partido de ida (31-24) fue demasiado pesada, pero el equipo cangués lo intentó hasta el final y no ahorró ni un solo gramo de esfuerzo. Primero para intentar remontar. Yluego, cuando esa hazaña era evidente que ya no era posible, para al menos brindar a su público una victoria. O Gatañal fue ayer una auténtica fiesta en la que los aficionados no pararon de animar ni un solo instante a sus jugadores, a los que despidieron con una gran ovación. Lo único que empañó el final del encuentro fue la polémica por un tiempo muerto solicitado por el entrenador del CSM cuando faltaban 26 segundos para el final y ya no había nada en juego. Una acción que motivó las airadas protestas del público y el reproche del banquillo cangués.

El conjunto de O Morrazo vive el mejor momento de su historia y ayer intentó prolongarlo un poco más. A este equipo si hay algo que no se le puede reprochar es el esfuerzo y el hambre de ganar. El partido de vuelta contra el CSM Bucarest fue un nuevo ejemplo. El conjunto entrenado por Víctor García "Pillo" saltó a la cancha con la lección bien aprendida tras el partido de hace una semana en la capital rumana: la defensa canguesa se aplicó con intensidad y contundencia, que no violencia. La defensa abierta que planteó Pillo, con Serafín, Eijo y Cerqueira en el centro y con jugadores como Adrián Rosales o Rubén Soliño saliendo constantemente a tapar la potente primera línea, consiguió cortocircuitar el ataque del conjunto de Zvonko Shundovski, muchas veces con la amenaza de pasivo. A ello se unió la gran actuación de Yeray Lamariano, con hasta diez paradas en el primer tiempo. Aún así, era imposible parar todos los lanzamientos.