La dieta férrea a la que debía someterse Jaime de Haz para mantenerse en su peso para competir en ligero era un martirio para él. "Apenas comía y me pasaba horas y horas haciendo ejercicio aeróbico: correr, bicicleta... Y eso agota un montón. Incluso las pesas, antes no podía ni olerlas", cuenta.

"Lo de mantener el peso es muy estresante. Cuando estoy con la aproximación al peso estoy irascible, me irrito con facilidad, salto a la mínima... te cambia el humor, la verdad", reconoce De Haz, que ahora se siente liberado en ese sentido.

"Ahora cuando alguien te dice de ir a tomar algo por ahí puedo decir que sí. Antes no podía, tenía siempre que rechazar la invitación porque tenía que controlar el peso, ahora ya no", dice bromeando. "Incluso la familia, ahora te dice: "Tienes mejor cara, antes estabas demasiado delgado", prosigue.

Así que lo tiene claro. Está convencido de su decisión y piensa llevarla a cabo. "Por lo menos me siento más tranquilo conmigo mismo", reconoce. "Ahora estoy feliz, antes la batalla contra el peso era agotadora".

Con 1,85 metros y 80 kilos, De Haz se veía obligado a bajar diez kilos para llegar a los 70 que le exigían en el equipo nacional. "Ahora puedo comer normal, porque antes no comía. Así que ahora, por lo menos como, que así no me deprimo", sigue bromeando desde su concentración con la selección en La Cartuja.