El presidente de la Federación Gallega, Rafael Louzán, corre de norte a sur apagando fuegos, situado entre las dos trincheras del arbitraje gallego. El miércoles aceptó la dimisión de Fernando Iglesias y la readmisión de Carlos Otero como delegado de Santiago para que en las demarcaciones santiaguesa, coruñesa, lucense y ferrolana levantasen la huelga. Pero Iglesias era una figura muy popular en el sur. Y ahora es la delegación de Vigo, la mayor de Galicia, la que amenaza con la huelga como protesta. Al cierre de esta edición se estaba efectuando una votación al respecto. En principio se le concede a Louzán una semana de plazo, pero con la exigencia de que regrese Iglesias o se procederá al paro.

Pero Louzán intenta suturar las heridas que la dimisión de Iglesias ha creado en el sur sin que hayan cicatrizado las del norte. De momento, la delegación de Lugo mantiene la convocatoria de huelga a la espera de conocer su delegado.