Pablo Hernández vive su mejor momento como céltico. De vituperado a vitoreado. La afición ha reconocido el sacrificio del futbolista chileno-argentino, que protagonizó la jugada polémica del partido del sábado ante el Valencia. El árbitro no concedió la ley de la ventaja y sancionó una falta a Hernández sin expulsar al defensa, anulando el tanto de Wass que suponía el 2-1 para el Celta. "Esa jugada pudo cambiar el partido pero ya pasó, son pequeños detalles que hacen la diferencia. Si el árbitro corta la acción, como hizo, era para sacar la tarjeta roja, porque la amarilla podía esperar", lamentó el centrocampista, para quien la efectividad del conjunto valenciano fue determinante en el duelo.

Ayer, Hernández agradeció el comportamiento del celtismo en los últimos minutos de ese partido, cuando el Valencia dominaba el marcador por 1-5. "Estamos contentos porque la afición reconoció nuestro esfuerzo", señaló el tucumano, antes de señalar que su equipo tuvo una buena actuación, a pesar de la goleada encajada.

"Me siento bien y lo de la gente [las protestas hacia él] ya lo he olvidado. Es algo que a ningún jugador le gustaría pasar, pero ahora las cosas están saliendo bien, el equipo está ahí arriba y eso es lo que más contento me pone", explica Hernández, para quien no ir con la seleccion chilena "no importa porque mi deseo es acabar con el Celta lo más alto posible".