El Academia Octavio no pudo sacar nada positivo de su visita a Zarautz, donde cayó derrotado ante el Amenabar de manera bastante clara. El equipo gallego no entró bien en el partido y se tiró todo el primer periodo jugando a remolque de marcador, pero también de juego y sensaciones. El Zarautz aprovechó su superioridad para matar el partido antes del descanso pues en la segunda mitad, pese a que el Octavio mantuvo la esperanza hasta los últimos cinco minutos, el cuadro local sólo tuvo que mantener el nivel exhibido para llevarse la victoria y los puntos.

Aunque los académicos comenzaron inaugurando el marcador su inicio de partido no fue demasiado bueno y les costó mucho frenar la calidad de Torriko. Tres tantos suyos colocaban la primera desventaja reseñable para los vigueses, 5-2 en el minuto cinco y segundos antes de que Jabato pidiese su primer tiempo muerto.

El Octavio tenía muchos problemas para agrietar la seis cero local y no mejoró demasiado tras el parón, por lo que durante los siguientes minutos navegó contracorriente y siempre con la amenaza de descolgarse. Torriko proseguía con su recital ofensivo para colocar un inquietante 11-5.

Al equipo visitante no le quedaba otra que apretar con todo en defensa, taponar el camino de la pelota hacia Torriko y no conceder goles fáciles desde posiciones cómodas. Llegaron entonces los minutos de las inferioridades en los que los académicos fueron más castigados por los colegiados pero salieron menos penalizados. El choque se hizo más físico. Amenabar Zarautz lo solventó agarrándose a la enorme calidad de Aguirrezabalaga, que se unió a su compañero Torriko para formar un duo letal. Los minutos finales del primer periodo fueron de mucho castigo para los vigueses por sus malas decisiones (18-10).

Tras el paso por los vestuarios la dinámica no varió. El Academia Octavio buscó su suerte y se dejó la piel en el intento de meterse en el partido de nuevo, pero lo cierto es que el conjunto vasco no le dejó demasiadas opciones. A los gallegos les costaba demasiado hacer gol y cada error penalizaba el doble.

Ni siquiera dos exclusiones consecutivas en las filas locales lograron relanzar a un Octavio que se vaciaba y no lograba nada. Su oportunidad llegaría a seis minutos para la conclusión. Después de un nuevo tiempo muerto de su banquillo Hermida colocaba un esperanzador 28-25. Quedaba una opción, pero lo que llegaría sería una inferioridad académica y la sentencia.