"Los empates no valen absolutamente para nada", proclamaba Paco Jémez meses atrás al explicar su ideario futbolístico. Es más, el técnico del Rayo Vallecano advertía que su equipo descendería de categoría la temporada que lograse doce igualadas. No es para tanto, pues esas son las tablas en el marcador que obtuvo el curso pasado el Celta y esa docena de puntos le permitieron concluir en la octava posición de la Liga.

Lo que ya no es tan habitual en la trayectoria del equipo de Eduardo Berizzo son los empates sin goles. Lleva dos en los cuarenta y cinco partidos que El Toto ha dirigido al Celta en Primera División. El último se produjo el viernes pasado, frente al Getafe. El primero ocurrió en la undécima jornada del pasado campeonato. Fue en la visita del Granada al estadio de Balaídos.

En ambas ocasiones, al Celta le faltó pericia para superar el entramado defensivo de un rival que buscaba el contragolpe como única alternativa para romper la igualada inicial. "Para ganar hay que mantener el empate a cero", defendía Javier Clemente, uno de los más destacados embajadores en España del catenaccio italiano. Parecido argumentó utilizó Fran Escribá al exponer sus deseos de enmendar el mal arranque de Liga del conjunto azulón.

El fútbol alegre que propone Berizzo en el Celta deja pocas opciones al desdeñado cerocerismo, del que algunos de sus colegas de profesión han convertido en dogma. El manual táctico del técnico argentino reniega del fútbol especulativo que tanto sopor provoca en los estadios. No es extraño, por tanto, que teóricos como Jorge Valdano o entrenadores de éxito como Luis Enrique Martínez se deshagan en elogios hacia el fútbol del Celta. En estos momentos, pocos equipos europeos ofrecen partidos tan entretenidos como los del Celta, al que le resulta tan difícil empatar a cero.

Como visitante, el Celta acumula un registro sin conceder un cero a cero difícil de igualar. La última vez que el conjunto vigués sumó un punto lejos de Balaídos sin encajar goles fue en el viejo estadio de San Mamés. El 4 de abril de 2004, el Athletic Club de Bilbao y el Celta sellaron una igualada a cero. Desde entonces, el Celta encadena 97 partidos de Liga a domicilio con 31 victorias, 53 derrotas y 13 empates: 10 por 1-1 y 3 por 2-2. Nunca desde entonces ha sido capaz de regresar a casa con un 0-0.

Como señalaba Vujadin Boskov, "el fútbol es imprevisible porque todos los partidos empiezan cero a cero". A partir de ese resultado, lo más difícil para el Celta es que se mantenga inamovible el marcador después de pelearse con un rival durante noventa minutos. Algún gol siempre cae, a favor o en contra.

Con Berizzo al frente del equipo, los jugadores celestes buscan en todo momento la portería rival. El año pasado, casi una tercera parte de los encuentros del Celta se cerraron con empate, pero solamente en una ocasión no hubo goles.

De las doce igualadas que los célticos consiguieron en el curso 2014/2015 solamente en una ocasión se produjo el temido cerocerismo. Casi un año después, los de Berizzo han vuelto a caer en el absoluto desacierto en el remate. La igualada del otro día con el Getafe supuso la tercera de la temporada para los celestes, que después de celebrarse siete jornadas de Liga se mantienen invictos. No han perdido todavía y tampoco se prodigan con empates sin goles.