Balaídos quería disfrutar de fútbol y apenas dedicó unos tímidos aplausos a Luis Enrique Martínez cuando el asturiano entró en el campo, acompañado de Unzue y de Gudelj. El celtismo tenía prisa por comprobar si su equipo sería capaz de ofrecer el mismo espectáculo que ante el Sevilla. Los elogios de que el equipo de Berizzo realiza el fútbol más divertido de Europa invitaba a no perder tiempo en protocolos. De nuevo visitaba Vigo un ex técnico del Celta, pero 'Lucho' no había generado tanto cariño entre la afición como Paco Herrera. Para el ahora entrenador del Barça hubo aplausos cuando fue anunciado en los videomarcadores y unos pocos incondicionales le vitorearon antes de que se sentara en el banquillo. Mientras tanto, el estadio cantaba el himno del Celta a capela.

Se pedía fútbol, fútbol y fútbol. Además, para quienes consideran innecesaria la presencia de Pablo Hernández en el equipo de Berizzo, la titularidad de Radoja por el tucumano evitó cualquier tipo de distracción. Para plantar cara al actual campeón de Liga y de Europa, los celestes necesitaban del apoyo de toda su afición.

Los jugadores del Barça, que salieron con una camiseta de apoyo a Rafinha, operado el martes de una rodilla, pronto supieron que el Celta tenía la intención de arrebatarles el liderato con las mismas armas que utilizó el domingo en el Sánchez Pizjuán.

Desde el primer minuto, el equipo celeste se puso a jugar a doscientos por hora, como temía y advirtió la víspera Luis Enrique Martínez. Y viendo que el Barça no sabía cómo parar a Nolito, Aspas y compañía, Balaídos se puso a disfrutar de una tarde como aquellas inolvidables de competición europea.

En menos de media hora de partido, el Celta había puesto patas arriba Balaídos, después de que Nolito y Aspas firmasen sendas obras de arte. El sanluqueño mandando una parábola a la escuadra de Ter Stegen y el moañés elevándola de cuchara ante la salida desesperada del portero alemán.

El Celta brindaba a su afición el mismo espectáculo que tres días antes dejó boquiabierto al mundo del fútbol ante el Sevilla.

A esas alturas del partido, ya nadie en Balaídos se acordaba del pasado común de Luis Enrique Martínez. En el descanso, la afición saboreaba el liderato provisional y el bocadillo. De pronto, el Celta volvía a disfrutar con su equipo ante los mejores jugadores del mundo.

Cuando Lucho volvió a caminar hacia su banquillo para afrontar la segunda parte, sonaron más aplausos. Pero la aparición de los jugadores del Celta acalló el breve instante de cordialidad hacia el entrenador rival. El asturiano le daba vueltas a un partido que se había puesto muy cuesta arriba para sus intereses. El tridente más demoledor del fútbol mundial seguía sin marcarle un gol a Sergio Álvarez, mientras Ter Stegen ya había sacado dos balones del interior de su portería.

El tridente del Celta, en cambio, había acertado dos remates en la primera media hora. Es verdad que no son comparables, como se encargó de recordar estos días Nolito, para quien el ataque celeste "es un mojón" comparado con el azulgrana, "pero tenemos nuestras cosistas", añadía el sanluqueño. Y cuando Aspas creó su segunda obra de arte del día, Balaídos ya continuó con la fiesta del fútbol que había comenzado a disfrutar desde el primer minuto. El equipo de Berizzo le ha tomado la medida al Barça de Luis Enrique, que no se inmutó con el gol de Neymar. El Celta no había dicho su última palabra y podía amargar todavía más su regreso a Balaídos, que acabó botando con el gol de Guidetti y cantando A Rianxeira.