La convivencia en los garajes contiguos de Toro Rosso no es sencilla. Dos jóvenes gallos del "Circo", el holandés Max Verstappen (17 años) y el español Carlos Sainz (21), hijos ambos de expilotos de reconocida trayectoria y amplia influencia en el paddock, intentan guardar las apariencias con cámaras de por medio pero en pista se atacan con el cuchillo entre los dientes, haciendo bueno aquello de que en la F1 no hay mayor enemigo que el del portal de al lado.

Un claro ejemplo se vivió en Singapur, cuando la remontada de ambos acabó con polémica. Verstappen y Sainz estaban realizando un último tercio de carrera sensacional en el que tras superar a los Lotus conseguían situarse octavo y noveno. Pero entonces el holandés veía frenada su escalada al toparse con el Force India del mexicano "Checo" Pérez. Tras varios intentos sin encontrar hueco, le ordenaban por radio que cediera la posición al español, a lo que Verstappen respondía con un contundente "!No!".

El mensaje se escuchó durante la retransmisión en el último giro, lo que lo convertía en algo extraño, pero la realidad es que el equipo llevaba quince vueltas indicando a Verstappen que debía ceder su posición a Sainz para dar a éste la oportunidad de adelantar a Pérez. En juego estaban no sólo los puntos del mundial de pilotos sino también los de la clasificación de constructores, en la que Force India figura por delante de Toro Rosso. Al final, el mexicano cruzaba la meta en séptima posición por delante de Verstappen y Sainz, sumando así en solitario tantos puntos (seis) como los conseguidos por Verstappe (cuatro) y Sainz (dos). "No me ha dejado pasar. Yo le he dejado pasar tres veces este año, y a él se lo han pedido tres veces y nunca lo ha hecho", se lamentaba Sainz.