En el fútbol, como en tantas cosas en la vida, se suele vivir en los extremos. O se disfruta o se sufre a raudales. El celtismo, hecho a padecer del corazón, sabe bien de esto. Pero ahora, con el conjunto de Berizzo también se disfruta. Y cuánto… El aficionado celeste ha vuelto a repasar la mejor versión de un equipo que hizo soñar hace poco más de una década con un juego de fábula. Ese despliegue desbordante lo retomó hoy el Celta en el Sánchez Pizjuán, con una primera parte soberbia a la que siguió una segunda mitad agónica. El Celta ofreció a su gente este mediodía las dos caras del fútbol. La mejor y la menos deseable, esa que sin embargo reconforta cuando el desenlace es el deseado. Eso pasó este mediodía en Sevilla, un vendaval de juego que acabó con un resoplido de alivio.

El equipo vigués consiguió apuntalar un encuentro que le resultó familiar. Hacía solo siete días que presenciaba un desarrollo semejante. Ventaja de dos goles y una renta que peligraba conforme avanzaban los minutos. El deja vú invitaba a corregir errores pasados y Berizzo tomó buena nota desde el banquillo y enmendó su borrón ante Las Palmas. Hoy no hay reproches.

Las quejas llegaron desde la grada local, que se fueron intensificando a medida que avanzaban los primeros 45 minutos. El Celta desarboló por todas partes a su rival y la afición la tomó con un equipo en crisis. Curiosa imagen, pensarían los futbolistas visitantes, que venían de ser silbados por su público pese a estar instalados entre los mejores.

Probablemente el Sevilla no esperaba un inicio tan arrollador del cuadro vigués y así lo acusó. Nolito adelantó pronto a los olívicos, que ya ganaban al cuarto de hora. Jugada clásica desde la esquina del área del sanluqueño, que lleva tres jornadas seguidas marcando y ya suma cuatro goles.

Sin embargo, no era el andaluz el que más lo estaba intentando. En el día en el que el Celta y Krohn-Dehli se reencontraban, era otro danés, Daniel Wass el que más probaba a portería. Tras dos intentos fallidos cogió una buena asistencia para fusilar raso y seco desde fuera del área a Rico. El centrocampista céltico está asombrando con sus prestaciones y en cuatro partidos lleva dos goles, los mismos que su compatriota en tres temporadas.

Con el 0-2 todo parecía ir sobre ruedas y más ante el abrumador dominio celeste. Pero tras el descanso el que comenzó arrollando fue el Sevilla. Necesitado, tiró de pundonor más que de fútbol para intentar la remontada. La atisbó ligeramente con el gol de un recién entrado Llorente, que fue el foco principal del ataque hispalense. El tanto parecía llegar demasiado pronto. Quedaban más de 35 minutos por delante y mirando hacia atrás se veía el recuerdo del partido ante Las Palmas.

Probablemente, por las críticas que le supuso, el Toto fue uno de los primeros en acordarse de ese partido y cambió al Tucu por Radoja, el cambió que tanto se le demandó el pasado domingo. Le funcionó. El sufrimiento no fue a menos pero se ganó en contención.

Por delante todavía quedaba una posible lesión de Cabral, al que tuvo que sustituir Fontàs, y una retahíla de tarjetas, de la que el Celta se llevó la peor parte a pesar de que el Sevilla protagonizó las entradas más duras. Entre las amarillas que vieron los vigueses están las dos que Jaime Latre le enseñó a Jonny al empezar el descuento. El de Matamá no podrá vivir un nuevo duelo ante Messi el próximo miércoles en Balaídos, Comité de Competición mediante.

Ante el conjunto catalán el Celta se jugará, una jornada más, seguir entre los mejores. La victoria de hoy le garantiza vivir unos días más en puestos de Liga de Campeones con diez puntos de doce posibles. Siempre que ha comenzado con estos números, el conjunto olívico ha acabado jugando competición europea, esa que tanto hizo disfrutar y sufrir al celtismo. Como el Celta hoy en el Pizjuán.