Joaquim "Purito" Rodríguez (Katusha) no faltó a su cita con los muros y se impuso en Sotres merced a uno de sus explosivos ataques, esta vez en el corazón de los Picos de Europa, donde por un solo segundo no se enfundó el maillot rojo de líder que retuvo Fabio Aru.

Éxito de Purito, muy vivo con 36 años, rey de las alturas en la primera de las jornadas claves de Asturias. Sabía que la rampa que le señalaba con el dedo estaba a 800 metros de la cima, y allí arrancó para no volver. No hay nada que revolucione más al catalán que una buena cuesta cerca de meta.

Su latigazo le regaló la novena etapa en la Vuelta, le instaló a las puertas del liderato y alejó en un minuto al holandés Dumoulin, el peligro real de los escaladores antes de la cronometrada de Burgos. Tanto Purito como Aru viven desde hace día con la calculadora en la mano. Creen que no se puede llegar a la crono con menos de 2 minutos de renta. Por lo menos.

Dumoulin perdió tiempo, pero no los papeles. Al contrario. Se dedicó a subir a su ritmo una vez que quedó descolgado y salvó los muebles. A 1.25 minutos sigue siendo una amenaza. Que se lo pregunten a Purito, que sigue sin dar crédito ante el ciclista del Giant.

"El holandés no entra al trapo, es inteligente y no lo soltamos ni a tiros. Parece que lleva 5 ó 6 podios. Mañana tenemos que abrir más diferencias", resumió Purito.

El trapo lo puso el Movistar durante toda la etapa, pero a la hora de la verdad no entró nadie al engaño. El esfuerzo de los hombres del conjunto telefónico sirvió para anular la escapada del día, arruinar las opciones de Haimar Zubeldia en su intento de llegar como único superviviente y agitar un avispero en el que ni Quintana ni Valverde pudieron confirmar su recuperación.

El momento del día brillaba en el ascenso a Sotres, un inédito puerto que se adentra en el corazón de los Picos de Europa a través de 12,7 kilómetros, donde la realidad sorprende a los ojos en cada curva. Entre tanta belleza paisajística había otra realidad para los corredores: las rampas de los últimos 2 kilómetros.

Movistar lanzó a Quintana desde lejos, a 10 de meta, pero el colombiano no logró marcharse, sino espabilar al Astana, equipo en clara mayoría en el reducido grupo principal. Los hombres de Aru pasaron al frente con Luis León Sánchez de locomotora.

Pasada la "curvona" que conduce a Sotres, donde cualquier camino conduce a un paraíso natural, el Tinkoff pidió la palabra para llevar a Majka, que no logró abrir hueco. La carretera apuntaba ya claramente al cielo, en la parte que produce el mayor dolor de piernas.

Zona Purito, uno de esos corredores que se agigantan en las paredes, en las paredes, por eso conquistó el Muro de Huy en la Flecha y en el Tour. A un kilómetro de la cima apretó los dientes el catalán para desbrozar el grupo principal, donde ya se había lanzado la voz de "sálvese quien pueda".

Un centenar de metros después, en las rampas del 13 por ciento, Purito despegó hasta la meta. Y allí llegó, a 1.100 metros de altitud, para saborear otra victoria de prestigio.

¿Favorito para la Vuelta?. "No voy a decir que no, pero es complicado. Queda la etapa del lunes, porque la Vuelta se termina en Burgos", dijo Purito, ya con 8 victorias en la temporada, entre ellas la Volta, Vuelta al País Vasco y dos etapas en el Tour.

El líder del Katusha, vestido de verde, quiere el maillot rojo, el definitivo, el que persigue desde hace años. El mítico Bahamontes le vaticinó que ganaría la Vuelta por llevar "el mismo dorsal" que el Águila de Toledo en 1959 y por ser, como la leyenda, un culé de pro.

La segunda razón tiene mas peso que la primera. Purito lleva el dorsal 181 y Bahamontes llevó el 81. Los colores no se discuten. A ver si los argumentos son suficientes para doblegar a Aru y Dumoulin. De momento, la Vuelta se enciende con Purito.