Es una vista perfecta. No hay vértigo. El celtismo saborea cada minuto desde la cima de la máxima categoría. Es algo que sabe que es circunstancial, momentáneo. De ahí el goce. El privilegio puede acabar incluso esta noche. Granada y Eibar amenazan el liderato del Celta. Curiosamente, la última vez que los celestes comandaron la tabla lograron la clasificación para Europa. ¿Será una premonición?

Las sensaciones tras el debut liguero son fantásticas. La ilusión sigue siendo una compañera de viaje. Sobre todo cuando el resultado acompaña. El Celta ha dado un salto de calidad. Ya no sufre por renovar su presencia con los más grandes. Se demostró anoche en el Ciutat de Valencia. El equipo de Berizzo todavía está lejos de su mejor versión. No supo aprovechar el factor de la superioridad numérica, pero, a pesar de los errores, logró sumar los primeros tres puntos gracias a un ataque que generó hasta cinco ocasiones claras de gol pese a no tener su mejor noche.

La situación actual es totalmente opuesta a la campaña del retorno a Primera. Aquel Celta estaba obligado casi a la perfección para ganar. Cualquier mínimo daño suponía una herida en la batalla. Si no se jugaba bien, el marcador siempre era esquivo. La calidad de los atacantes y el oficio de los ya veteranos hacen que el equipo vigués regrese diez años después al liderato de Primera División. Anecdótico, pero una razón más para pensar que el conjunto de Berizzo puede lograr a final de curso un botín mayor que la permanencia. De momento, sigan disfrutando de la vista.