La emoción de Enrique Míguez no la puede describir ni él mismo. "Es complicado que no sienta algo especial. El Descenso del Miño es un día muy intenso en todos los aspectos", reconoce. El palista que logró la medalla de bronce en C-1 500 metros, junto a Narciso Suárez, en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, ha participado de manera constante en el Descenso del Miño en los últimos treinta años.

Su afición viene de lejos. Comenzó en la categoría infantil y fue pasando por las otras hasta llegar a la de veteranos. Son más de treinta veces las que ha bajado el río Miño. El número de victorias no lo recuerda. "Es posible que todas, pero la verdad es que alguien me pudo superar. Yo siempre he estado en el podio". Ayer lo volvió a demostrar al triunfar en C-1 en su categoría de veteranos.

Es un experto que también colabora en la organización del evento. Su trabajo es incansable, algo que compagina con sus taeras laborales e incluso los entrenamientos. Desvela que "lo llevo en la sangre. Es algo que no puedo evitar. El piragüismo me enganchó". Estuvo presente en tres juegos olímpicos y numerosas competiciones oficiales. Hace uno mes logró tres medallas en el Campeonato del Mundo de veteranos.

Pero el Descenso del Miño es una prueba que le transmite otras sensaciones. "Estoy en mi casa, con mi gente, con el club y en un lugar magnífico. No puedo pedir más", señala mirando el escenario de la prueba.