Dani Rivas, el último abanderado del motociclismo gallego, encontró la muerte donde más feliz era: en un circuito de velocidad. El moañés, de 27 años, perdió la vida el domingo -madrugada del lunes en España- en medio del brutal accidente que se produjo en la salida de la prueba del Campeonato Motoamérica de Superbikes que se disputaba en el legendario circuito de Laguna Seca. Por causas que se desconocen su moto, que ya había tenido problemas durante todo el fin de semana, se detuvo poco después de la salida y fue embestido con violencia por otro español, Bernat Martínez, que también perdió la vida en el incidente.

La carrera suponía el estreno del moañés en la competición poco después de que se frustrase su estreno en el Campeonato Británico por diferentes problemas con el equipo que le había contratado. El salto a Estados Unidos, de la mano del Team Allende BMW Racing -que le había elegido para que ayudase en la evolución de su motocicleta para el certamen de superbikes- era una nueva luz de esperanza en medio de una carrera complicada, llena de dificultades que le habían impedido mostrar el evidente talento que tenía sobre una moto y del que en pequeñas dosis había dejado constancia en diferentes campeonatos y también en el Mundial de Motociclismo, donde había disputado seis pruebas a lo largo de tres temporadas. La carrera además suponía la primera oportunidad de su vida de competir en uno de sus circuitos preferidos: el de Laguna Seca, que tanto había visto por televisión y vídeo, pero en el que no había tenido la ocasión de correr. Otro gruiño cruel que le tenía reservado el destino.

Existe mucha confusión en torno al accidente. Según diversos testigos la moto del piloto gallego perdió potencia de forma brusca a los pocos metros de la salida. Laguna Seca es un circuito lleno de matices que le convierten en único. Uno de ellos es la salida. Una recta corta que da paso a una ligera curva de izquierdas cuesta abajo que las motocicletas toman cogiendo velocidad. Un momento peligroso para un parrilla formada por casi una treintena de pilotos tratando de encontrar un espacio por el que colarse en medio del desorden general. En ese escenario, que una moto se frene de manera brusca constituye un inmenso peligro. Rivas, que según parece levantó la mano en un intento por advertir al resto de pilotos de que tenía problemas, fue embestido con violencia por la montura que manejaba el malogrado Bernat Martínez y el accidente arrastró a varios pilotos más por la zona de escape del circuito. Saltaban las motos y rodaban los cuerpos en una sucesión interminable de golpes en medio de la enorme nube de polvo que se generó.

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De inmediato se comprobó la gravedad del piloto gallego que fue trasladado en helicóptero al Natividad Medical Center de Salinas donde ya nada pudieron hacer por su vida. En un principio lograron reanimarlo, pero poco después se confirmó la muerte del joven moañés. Los trámites para repatriar el cadáver del joven piloto ya han comenzado aunque la legislación norteamericana ralentiza el proceso. Hasta allí han viajado una hermana y cuñado de Rivas que servirán también como apoyo a su novia, que se encontraba en Laguna Seca junto al moañés.

"Realmente no tengo palabras para describir lo que sentimos", declaraba después Wayne Rainey, presidente de MotoAmérica, tras conocer el trágico resultado del incidente sucedido en el circuito de Laguna Seca.

"En primer lugar y lo más importante, es la pérdida de las familias, de sus seres queridos. Nuestras sinceras condolencias para todos y cada uno de ellos, así como de la familia MotoAmérica. Están en nuestros pensamientos y oraciones", añadió el triple campeón de 500.

La dramática noticia generó de inmediato una enorme conmoción según amanecía el lunes en Galicia. En casa de los Rivas el drama se vivió en directo porque su familia seguía la carrera en directo a través de internet. Pero pronto el dolor y la tristeza lo ocuparon todo. En O Morrazo donde Rivas era una persona enormemente popular; en Galicia, en España y en todo el mundo se han sucedido en las últimas horas los mensajes de condolencia y de cariño hacia su familia y amigos. Entre todos ellos, la sensación de vacío y el desconsuelo es enorme. Solo les compensa saber que hasta el último momento hizo y peleó por la gran pasión de su vida.