La última jornada de la temporada en el grupo 15 de Tercera Autonómica será recordada por algunos con sentimientos encontrados. Nos referimos a los que en la calurosa tarde del domingo se encontraban en el campo de A Lomba de San Miguel de Deiro con motivo del duelo entre el Atlético San Miguel y el Portas. Lo que en teoría iba a ser una tarde de fiesta, con los dos equipos ya con la mente puesta en la promoción de ascenso, cerca estuvo de tornarse en tragedia.

José Daponte convocó para ese día al juvenil Pablo Guillán y el joven de 18 años no dudo en agradecerle su confianza con energía e intensidad, pero la mala suerte se cruzó en su destino. Corría el minuto 30 de la segunda parte cuando Pablo se lanzó al suelo a cortar un avance del rival. Con lo que nadie contaba era con el rodillazo involuntario del atacante en su cabeza que le dejó absolutamente noqueado. Ese fue el comienzo de una sucesión de acontecimientos que generaron un estado de tensión insostenible en el campo de fútbol.

Víctor Torres, delantero del Portas, fue el primero que se dio cuenta de la gravedad de la situación. Las convulsiones de Pablo y sus ojos prácticamente en blanco le hicieron temer lo peor. Instintivamente le echó la mano a la mandíbula para abrirle la boca, "sabía que se estaba quedando sin respiración. Se estaba tragando la lengua y estaba haciendo tanta fuerza con su mandíbula que incluso me mordió la mano".

El pánico se extendió por toda la grada y el terreno de juego. Fue entonces cuando César Calo entró en escena con un papel determinante que, a la postre sirvió para salvarle la vida a su compañero de equipo. "Recordé que teníamos una cánula de Guedel en el botiquín y me lancé como loco a buscarla al banquillo". Víctor Torres, con mucho esfuerzo, pudo mantener abierta la boca de Pablo hasta que César introdujo la cánula para sacar la lengua prácticamente de dentro de su tráquea.

Fueron cerca de dos minutos absolutamente interminables para los presentes en A Lomba. Con Pablo todavía inconsciente y tras haber desatascado el paso del aire a sus pulmones había que esperar a que recobrase el conocimiento mientras la ambulancia iba de camino del lugar. Su compañero y capitán del Atlético San Miguel, todavía tenía muy presente lo impactante de la escena, "no pensaba ni en lo que estaba haciendo en ese momento. Es ahora cuando de verdad se me pone la piel de gallina de pensar en lo dramático de la situación".

Tratando por todos los medios de hacerle llegar el máximo de aire posible a sus pulmones, Pablo fue recobrando el conocimiento y el cortante silencio propio de la tensión se transformó en gritos de alivio cuando el joven jugador volvió en sí. Poco después llegó la ambulancia que le trasladó a un centro hospitalario para realizar diversas pruebas que certificaron que ya estaba fuera de peligro.

El propio César se puso en contacto con su familia para recibir el parte de la absoluta tranquilidad. Los padres de Pablo se deshicieron en agradecimientos al capitán del equipo quien, por otra parte, ya nunca se olvidará de aquel curso de primeros auxilios que tuvo que realizar hace unos años cuando necesitó obtener el título de marinero pescador para realizar su labor profesional. "Aquello fue con un muñeco, pero afortunadamente lo de Pablo salió bien". Que la prevención en el fútbol no es cosa menor queda patente en situaciones así.