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BOXEO

Pequeño gran campeón

Iván Pozo, único gallego que reinó en Europa, será homenajeado el día 20 en Bouzas

Iván Pozo

El mejor boxeador gallego de la historia vuelve a subirse al cuadrilátero, aunque ya no para bailar y picar. Iván Pozo, que disputó su último combate en marzo de 2013, será homenajeado en una velada que se celebra el próximo sábado día 20 en el pabellón de Bouzas. Junto a él, su mentor, Paco Amoedo, que desde la esquina dirigió la brillante carrera del vigués.

Pozo, que se aproxima a los 36 años, era apenas un adolescente el día en que cruzó las puertas del Saudade. Hasta entonces solo había boxeado en O Castro, entre amigos, con unos guantes viejos. Alguien le vio condiciones y le recomendó que acudiese a Amoedo. Este dudó. "Lo vi tan flemillas que no sabía si podría sacar algo de él", confiesa.

Enseguida descubrió que estaba equivocado. Aquel chiquillo enjuto y moreno tenía un talento especial. "Poseía unas cualidades tremendas y era muy aplicado. Aprendió muy rápido la base. Asimilaba todo lo que le decías", relata Amoedo, que lo presentó con 16 años al Campeonato de España júnior. Pozo ganó y revalidó el título al año siguiente. Falló, en cambio, en el asalto al trono sénior. Tuvo que conformarse con el bronce. Amoedo, sin embargo, no vaciló y preparó su desembarcó inmediato en profesionales, "que era lo que aconsejaba su estilo de boxeo".

El 25 de febrero de 2000, con Gabriel Pedro da Silva como adversario, empieza Pozo a escribir su leyenda. Se retirará con unos registros de 33 victorias, 9 derrotas y 1 nulo, estadísticas algo afeadas en el tramo final de su carrera. Por sobre ellas lucen los cinturones de la Unión Europea, el Mundo Hispano y sobre todo los cuatro de campeón de Europa: el único gallego que se ha ajustado esa hebilla.

Amoedo se deja llevar por la nostalgia cuando recuerda el inicio fulgurante de Pozo, con "17 victorias por KO en los primeros 21 combates y de ellas, 13 pegándole al higado". Demostración de su completo catálogo de cualidades, que Amoedo siempre cita como lo propio del púgil ideal: "Iván sabía encajar y sabía pegar".

Su aldabonazo en el escenario nacional se produjo en julio de 2002, en el Campo de Las Américas, en Parla. Castillejos se medía a Karmazin en la pelea de fondo. Pozo les arrebató un poquito de atención. Ganó a Jean Abbas a los puntos, conquistando el título de la Unión Europea.

Aquello lo impulsó hacia el Europeo, aunque fallase en el primer intento. Curiosamente Amoedo retiene la derrota ante Asloum, en Levallois-Perret, como un momento cumbre. "Nos robaron la pelea", dice y parece todavía irritado. "Salté a la mesa del presidente de la Federación Europea, Rubén Martínez, y le dije: 'Esto es una vergüenza'. Los propios aficionados franceses llevaron en hombros a Iván hasta el vestuario. Se nos hizo justicia. A Iván lo subieron en el ranking del puesto seis al uno".

Acudieron a la subasta y se quedaron con la organización. Asloum se negó a pelear en Vigo y dejó el título desierto. En el duelo entre candidatos, en el Central de As Travesas, Pozo derrotaba a los puntos al italiano Sarritzu. Era el 8 de julio de 2005. Pozo y Amoedo, que llevaba trece intentos frustrados con diversos boxeadores, se abrazaron.

Pozo defendió tres veces su cetro. Lo perdió a la cuarta, en la revancha con el propio Sarritzu, en el Velódromo Vigorelli de Milán. Una pelea épica, inolvidable, que el gallego pudo ganar y casi le cuesta la vida. Un coágulo cerebral lo tuvo encamado varios días. Se recuperó, siguió peleando durante siete años, le disputó incluso el título mundial de la WBO a Narváez, pero ya nunca fue lo mismo.

Su relación con Amoedo también ha experimentado sus mareas. Hoy, asegura el entrenador, han reconstruido puentes. "Le tengo mucho aprecio", asegura. "Es el deportista que más me ha aportado. Yo me sentía frustrado. Iván me proporcionó la gran satisfacción de mi vida".

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