La directiva del Celta mantiene su confianza en Eduardo Berizzo. Será el mensaje que desde el consejo se trasladará a la plantilla en una visita que los responsables prevén que se realice al vestuario de A Madroa a lo largo de la semana. Una arenga diseñada desde los estamentos con responsabilidad para reforzar al técnico antes del encuentro contra el Córdoba y para disipar cualquier duda que pudieran tener los futbolistas. En el discurso del club, tanto interno como en lo que trasciende al exterior, no existe ultimátum, aunque en el fútbol no existe horizonte fiable más allá del próximo encuentro y el del sábado se antoja crucial a todas luces.

Carlos Mouriño y el director deportivo, Miguel Torrecilla, no regresaron ayer desde Madrid con el resto de la expedición. Ausencia proclive a desatar especulaciones tras una derrota especialmente dolorosa ante el Getafe: décimo partido sin ganar y segundo, tras el de Cornellá, en el que el juego de la escuadra se ha deteriorado de forma ostensible. Pero la decisión de Mouriño y Torrecilla de quedarse en la capital atendió, en principio, a otras cuestiones de agenda.

Es cierto que el consejo de administración y sus principales asesores están preocupados. Lo que se inició como una mala racha fortuita, injusta para los merecimientos del equipo, sigue prolongándose en el tiempo y ya afecta al juego. En Getafe, aunque es cierto que el gol de la victoria local llegó cerca del final y que Mateu Lahoz no señaló un claro penalti a favor, el Celta disputó su peor partido. Fracasó en su intento de ser protagonista. Estuvo impreciso en la circulación, descoordinado en la presión, sin intensidad física en los balones divididos ni el compromiso hasta el último instante que habían exhibido los jugadores en casi todos los encuentros, incluso en los saldados con derrota. Berizzo sigue sin encontrar la fórmula que altere esa dinámica negativa. En Praza de España, donde hasta después del empate con el Valencia se había hablado de total serenidad, han advertido síntomas de agotamiento en el proyecto que comanda Berizzo, cuyas declaraciones posteriores al encuentro ("entendería la destitución") no reflejaron la fuerza moral que se espera en él.

Pero aún se confía en que un triunfo disipe dudas, ansiedades y urgencias. Berizzo fue una fuerte apuesta. Se le contrató por dos temporadas, igual que a sus cuatro ayudantes. La inversión también contribuye obviamente a gestionar con paciencia esta situación. A Berizzo lo defiende el primer tramo de campaña que realizó el equipo. No solo porque mostrase su mejor versión, rayando la excelencia, sino porque los puntos cosechados en la época de bonanza se han convertido en ahorros de los que vivir. El Celta, pese a haber sumado tan solo dos de los treinta últimos puntos en disputa, sigue a cinco de los puestos de descenso.

Así que mientras en el entorno existe una coincidencia general en que Berizzo se juega la continuidad este sábado ante el Córdoba, desde el club aseguran que ni siquiera se ha iniciado la búsqueda de un sustituto, más allá de que Miguel Torrecilla tenga siempre algunos nombres anotados en su libreta para cualquier contingencia -y no son entrenadores, a día de hoy, que hagan especial ilusión a la directiva-.

Esta radiografía de la situación ha de renovarse a cada instante. Porque contará el marcador ante el Córdoba, pero también que el equipo enmiende o profundice en el errático rumbo de los dos últimos envites. Berizzo tiene todavía apoyos en el seno del club. Pero es mejor que una victoria refuerce esa convicción.