Un tanto de Karim Benzema rescató al Real Madrid de un resultado sonrojante en la visita al modesto Ludogorest, que por momentos impuso su ilusión a la anarquía madridista, que acabó remontando sin brillantez pero imponiendo la diferencia de calidad.

Salió relajado el campeón, sintiéndose tan superior que fue castigado por un exceso de confianza innecesario. El Ludogorest vive años de éxito con un bloque de jugadores que se conocen de memoria. Se añadió la emotividad de jugar su primer partido como anfitrión de la Liga de Campeones. Aunque fue en Sofía, a 335 kilómetros de su Razgrad local, sintió el empuje de su afición sumado a la motivación del partido de sus vidas.

Carlo Ancelotti retocó su equipo con rotaciones que no dieron resultado. Un equipo partido, con espacios kilométricos entre líneas por la nula ayuda de los jugadores de ataque que volvieron a mostrar su incompatibilidad con el 4-3-3 cuando hay que correr hacia atrás. Y un error a balón parado que se repite una y otra vez sin que nadie le encuentre remedio. El Real Madrid encajó su quinto tanto de la temporada de un saque de esquina.

Balón peinado al primer palo y remate a placer en el segundo. No cerró bien Arbeloa, que reaccionó tarde, cuando Marcelinho marcaba a placer ante la desesperación de Iker Casillas. Saltaba la sorpresa y se desataba la locura con el triunfo del modesto. Se empleó con dureza para mantenerla. Con Cristiano Ronaldo como víctima preferida. Hacía tiempo que no se veía desesperación en el portugués, que incluso respondió desde el suelo alguna de las entradas de las que fue víctima.

El Real Madrid respondió con rapidez al golpe inicial. Bale, en otro partido gris, chutó cruzado con su zurda y la movilidad de 'Chicharito' en su primera titularidad dio el fruto en un claro penalti derribado por Minev a los diez minutos en una jugada que perfectamente pudo ser castigada con cartulina roja pero se quedó en amarilla. Cristiano dejó una imagen inusual. Su disparo potente cruzado lo adivinó el portero Stoyanov que se lució.

Pasó a dominar un Real Madrid herido en el orgullo que comenzó a correr y corregir su actitud inicial. Cristiano inventó el empate. Picado tras un codazo que no vio el colegiado, se dejó caer dentro del área y encontró un penalti que esta vez no desaprovechó.

La recta final del primer acto era un asedio madridista pero se cerró con el tanto anulado a Bezjak por fuera juego. El Madrid debía reaccionar en la reanudación y lo hizo a medias. Ancelotti abroncó a Marcelo e Illarramendi. Les pidió testosterona porque el duelo se convirtió en una lucha de ida y vuelta en la que solo el paso de los minutos impondría la diferencia de calidad.

Benzema, Kroos y James saltaron al terreno de juego y el panorama cambió. Fue la noche más inspirada de Benzema. A los 77 minutos marcaba el tanto del triunfo rematando con zurda de primera un centro medido desde el costado de Marcelo. Los locales pidieron falta sobre el central.

Todo parecía regresar a su sitio cuando el partido se despedía, pero en el día más extraño del Real Madrid no podía faltar el susto final. En el tiempo añadido un balón muerto a punto estuvo de mandarlo a la red Dyakov. El triunfo, sumado al pinchazo del Liverpool y el camino despejado, la mejor noticia para el campeón de Europa.