Corría el minuto 84 en la tercera jornada del grupo C de la Copa del Mundo. Colombia estaba barriendo a Japón a la vez que Costa de Marfil aguantaba su empate ante Grecia ajena a que los griegos inventaron la palabra "épica" y suplen con espíritu colectivo e intensidad hasta el final la falta de brillantez de su fútbol. Cinco minutos antes de que Samaras marcase el histórico penalti que metía a Grecia en octavos de final los colombianos, líderes absolutos del grupo, se daban un último lujo en la primera fase. El seleccionador, José Pekerman, sacó al campo a Faryd Mondragón sustituyendo a David Ospina. Mondragón se ponía bajo los palos con 43 años, justo cuatro días después de su cumpleaños, y convirtiéndose en el futbolista más veterano que juega en un Mundial. Le arrebató ese honor a Roger Milla, aquel atacante camerunés que mezclaba potencia y habilidad y se convirtió en la sensación de Italia 90. Precisamente Milla disputó y marcó por última vez en la Copa de Estados Unidos 94 con 42 años, el mismo torneo en el que Mondragón debutó en la gran cita del fútbol. Entonces jugaba con la selección colombiana más prometedora hasta la actualidad, pero aquel año la cosa acabó en drama, y no solo por el bajo rendimiento en el campo, sino por el asesinato del defensa Andrés Escobar que había marcado en propia puerta el gol que enviaba a los cafeteros de regreso a su casa. Mondragón es también el único superviviente de Francia 1998, la última vez que Colombia compitió al más alto nivel hasta la actual generación.

"Estoy emocionando por un récord que es para el país entero. También por la alegría que le estamos dando a la afición. Estamos haciendo historia en lo colectivo". Así, con los ojos vidriosos del que aguanta las lágrimas ante las cámaras de televisión, se expresaba Mondragón, un portero a la altura de otros mitos colombianos como René Higuita. Tiene razón. Colombia está haciendo historia y Uruguay ya teme su enfrentamiento de octavos de final. Parecía que la baja de Falcao por lesión podría ser un peso imposible de cargar para los colombianos, pero mimbres hay, y esos mimbres estuvieron a la altura. 9 de 9. Goles de todos los colores con un James Rodríguez en plan estelar y un Jackson Martínez que demostró en la última jornada el idilio con el gol que vive desde hace varios años, en los que se convirtió en una de las grandes figuras del FC Porto. La situación venía tan rodada para los sudamericanos que por eso tuvieron la oportunidad de homenajear a Mondragón en plena competición.

Tras seis eliminatorias mundialistas y en su tercera fase final, lo cierto es que la presencia de Mondragón entre los 23 de Pekerman responde más a un carácter simbólico, como guía espiritual y referente de unos jóvenes de oro que aspiran a escribir la página más brillante en la historia cafetera. En varios partidos amistosos previos a esta cita logró mantener su portería a cero, pese a su edad y a que su físico no esconde que ha perdido gran parte de su agilidad. Seguramente no dispute ni un minuto más, pues Ospina fue fijo para el técnico argentino durante toda la fase de clasificación. Sin embargo, Mondragón siempre podrá decir que se vistió de corto en este Mundial y que no viajó a Brasil para comer pipas sentado en el banquillo.

Nació en Cali el 21 de junio de 1979 y lleva 24 años como profesional del fútbol, y eso que sus comienzos en el deporte cuando era un niño estuvieron más ligados a la natación. En 1990 debutó en el equipo de su ciudad, el Deportivo Cali. No llegó a triunfar en casa y fichó por el Real Cartagena. En 2012, cerrando el círculo de su vida deportiva, regresó a Deportivo Cali, en donde lleva disputados más de 78 partidos. Entre medias, el hombre de 1,91 de altura que suplicaba a la seguridad de la FIFA que le dejasen hacerse una foto con sus hijos en el césped del Arena Pantanal de Cuiabá, jugó en otros 13 equipos, aunque en algunos de ellos, como el Independiente de Avellaneda, recaló en varias etapas. Su pico de forma llegó precisamente con la camiseta de "El Rojo", en donde disputó más de un centenar de partidos. Ganó una Recopa Sudamericana e incluso llegó a anotar un gol de penalti. Fue entre 1995 y 1998, una época remota atendiendo a la inmediatez con la que se vive y se siente esto del fútbol. Saltó a Europa. Los aficionados españoles le recordarán por su breve paso por el Zaragoza. Mucho mejor le iría al comienzo del nuevo milenio en el Metz de la liga francesa y, sobre todo, en los seis años que permaneció defendiendo la camiseta del Galatasaray. Tras levantar dos títulos de liga, la caliente afición del gigante turco le considera uno de los grandes del equipo en los últimos tiempos. En la Bundesliga también le conocen. Jugó entre 2007 y 2010 en el FC Köln. Superó el centenar de partidos pero no acabó bien con el míster y recaló en el Philadelphia Union de la MLS estadounidense. Antes de retirarse quiso ser profeta en su tierra y regresó a Cali.

Con 56 internacionalidades a sus espaldas, seguro que Mondragón y su carácter dejarán huella en la brillante generación actual de Colombia, llamada a hacer grandes cosas.