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España es favorita ante Australia

España fue hasta hace poco una selección tan temible que podía entrenarla hasta Bart Simpson. Ahora se discute su condición de favorita ante Australia. Injustamente, cabe añadir. Los expertos autoproclamados interpretaron el infernal 5-1 ante Holanda como un contratiempo sin importancia, que podía adjudicarse a la alineación errónea de un lateral. Se parecen a quienes dicen que el 11-S fue un bello día soleado de finales de verano en Nueva York, si descontamos la caída de las Torres Gemelas.

España empezó el partido contra Chile eliminada del Mundial y lo acabó preguntándose qué diablos hacía en el campeonato. Olvide los incidentes del césped, las tragedias de este calibre fermentan procesos microscópicos previos. Shakira, Sara Carbonero, Pilar Rubio... Un equipo de fútbol está perdido cuando los aficionados prestan más atención a las parejas de los jugadores que a sus ídolos. Por supuesto, también hay razones que tienen que ver con el fútbol. ¿Realmente compensa la aportación del atrabiliario Diego Costa a cambio de convertirse en la selección más impopular de Brasil-14? La primera regla de la competición a domicilio consiste en no enemistarse innecesariamente con los nativos. Sin embargo, el jugador más odiado por los brasileños ha jugado con España, en teoría. De haberse alineado con su verdadero país, las posibilidades españolas hubieran estado más igualadas.

Nunca me atrevería a discutir con los especialistas que minusvaloraban la catástrofe ante Holanda, pero mi primera regla consiste en no seleccionar a reservas ni a lesionados. El sustituto de Piqué sólo miraba hacia atrás, justificando así su destacado papel en el banquillo del Bayern. Y caer ante el Chile sintetizado en el fútbol inconsciente de Alexis es más grave que rendirse al juego estilizado de Robben-Van Persie.

La inevitable salida de Del Bosque suscita tribulaciones adicionales. Hasta Rajoy puede ser presidente del Gobierno, pero la selección requiere un mínimo de inteligencia y fortaleza de ánimo. Ahora bien, estamos dispuestos a negociar el retorno de Camacho a cambio de librarnos de sus comentarios televisivos extraídos del landismo. Qué extrañas sensaciones debe experimentar un jugador del siglo XXI al encontrarse en el vestuario con un entrenador tan poco técnico.

No sirven de consuelo los precedentes de Italia y Francia, eliminados en la primera fase después de ganar el Mundial precedente. Se suponía que España había inaugurado una nueva era, y le han bastado dos partidos para cambiar de lugar en la cadena alimenticia. Ha pasado de depredador felino a presa herbívora. Por lo menos, no ha engañado a nadie. Para disipar los rumores de que el hundimiento ante Holanda se debió exclusivamente al desfondamiento en la segunda mitad, permitió que Chile gobernara el partido desde sus dos primeros disparos a puerta en el minuto uno.

Sólo hay algo más peligroso que acostumbrarse a la derrota, y es habituarse a la victoria. La selección no ha perdido dos partidos, ha perdido el respeto de la comunidad futbolística. Los inexpertos nos vemos obligados a señalar que no es tan mala como ha demostrado. Ya que no me lo preguntan, el equipo -por llamarlo de alguna manera- de Del Bosque ha sufrido la misma maldición que la Familia Real, la ausencia de crítica que ha permitido que la molicie contaminara a las figuras. Y para acabar en positivo, renovamos nuestros votos de que España ganará a Australia, incluso alineando a Diego Costa y aunque Piqué no haya despertado todavía de la nana de Shakira.

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