Hace dos años, al despedirse de la Eurocopa 2012 con el inaugural Polonia-Grecia y el Dinamarca-Alemania ya en su currículum, Carlos Velasco Carballo se propuso demostrar que era "mejor árbitro" que cuando empezó aquel torneo y conseguir nuevos retos como el que ahora tiene en Brasil.

El madrileño (1971), que transformó en rica experiencia las críticas recibidas por su primera actuación en aquella Euro, llega a Brasil dispuesto a cumplir "un sueño con mayúsculas", que empezará en Sao Paulo con el trascendental Uruguay-Inglaterra, para el que fue designado ayer.

Siempre con los pies en el suelo y convencido de que "el patrimonio del árbitro es el acierto", Velasco Carballo sigue siendo "un currante del arbitraje". A él llegó de la mano de su amigo Rubinos Pérez cuando tenía 16 años y a él que se dedica en exclusiva desde hace un lustro.

Árbitro "de la generación del barro", como suele definirse, Velasco tuvo la certeza de que iría a Brasil después de participar en diciembre pasado en el Mundial de Clubes de Marruecos.

Su primera llamada al conocer la noticia fue para Alberto Undiano Mallenco. El navarro pugnaba con él por la plaza mundialista en Brasil. "Es un árbitro excepcional", dice si le preguntan por el otro español que fue elegido para Sudádrica 2010.

Pero para ver su nombre al frente de uno de los 25 tríos arbitrales de este Mundial, Velasco Carballo ha tenido que pasar numerosos controles físicos y médicos -nueve en menos de ocho meses- y también por situaciones complicadas.

Una de ellas fue un partido en Palermo, en el que creyó que tenía que retirarse por unas molestias en el sóleo cuando el responsable de arbitraje de la FIFA, Massimo Bussaca, se había traslado allí para evaluar su actuación y decidir sobre su viaje a Brasil.

Con la idea clara de que "la única forma de mejorar es reconocer lo que has hecho mal", también ha logrado asimilar con naturalidad el calvario que conlleva su profesión actual, ya que hace años dejó su trabajo en una oficina de ingenieros, para volcarse en algo que llena sus jornadas completamente.

Su preparación física, la revisión del partido anterior y los propósitos para el siguiente llenan su día a día, en el que tras cada partido despieza con un ordenador las jugadas que considera que debe revisar con sus asistentes, Roberto Alonso y Juan Carlos Yuste.

"Siempre llevo un cuaderno azul, que es lo último que veo antes de salir al campo, y en él me propongo tres cosas que podemos mejorar", dijo días antes de viajar a Brasil en una entrevista en la que contagiaba emoción al explicar cómo había preparado el Mundial en las concentraciones de la FIFA y en la que reconoció que "sería precioso pitar en Maracaná". .

"Ya pitar en Brasil, en cualquier campo, pero hacerlo allí... Yo tengo la pena de no poder pitar un Real Madrid-Barcelona, aunque lo tengo asumido desde pequeño", dijo este árbitro que ante el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén, hace ya unos añitos, pidió arbitrar en unos Juegos Olímpicos y su deseo le ha llevado al Mundial en el país que acogerá los próximos en 2016.