Corría el 4 de julio de 1990 cuando las portadas de los periódicos de todo el mundo imprimían la foto de un díscolo futbolista inglés llorando en el campo como un niño. Era Paul Gascoigne. Lloraba por una tarjeta amarilla que le había sacado el árbitro en las semifinales del Mundial de Italia 1990. Esa amonestación le impediría jugar la final. Aunque los ingleses no pudieron con Alemania y cayeron en la tanda de penaltis, las lágrimas de "Gazza" enternecieron el corazón de sus compatriotas. Desde entonces se acostumbraron a perdonar una y otra vez sus actos de indisciplina y autodestrucción.

Hace escasos meses las lágrimas de otro inglés recorrieron las televisiones y las redes sociales. En cuestión de minutos millones de personas se habían sentido identificadas con ellas. Es esta ocasión fueron de Steven Gerrard, el ya eterno centrocampista del Liverpool. Lo cierto es que lloró en dos ocasiones con pocas semanas de diferencia. La primera el 13 de abril, tras vencer al Manchester City. Fueron lágrimas de alegría. Gerrard completaba su temporada número 16 en la primera plantilla del equipo de su vida y, por primera vez, tenía en su mano ganar una Premier League. Pero las historias románticas con final feliz solo existen en las películas de Hollywood o en las chequeras del Florentino Pérez o el jeque de turno. A la altura de su maldición desde hace más de dos décadas los Reds se dejaron la liga cuando tenían todo de cara. Ni siquiera Luis Suárez pudo evitar la debacle. Entonces el propio uruguayo y Gerrard lloraron de nuevo, pero esta vez de tristeza. Fue el pasado 6 de mayo y los de Merseyside acababan de ceder un empate contra el Crystal Palace cuando tenían todo de cara para vencer. Poco antes Gerrard, el mito del Liverpool, controló mal un balón y permitió que el Chelsea les ganase un partido que se presumía decisivo. Adiós a la Premier.

A sus 34 años este centrocampista alto y rubio sueña todavía con ganar una liga local, pero en donde no tendrá más oportunidades es en la Copa del Mundo. Esta es la última, y probablemente tampoco vuelva a jugar una fase final con su selección. Inglaterra perdió contra Italia, y no fue el mejor partido de Gerrard. Pese a todo, el "4" inglés ofreció un buen nivel y, desde el mediocentro del equipo de Roy Hodgson, promedió un 91% de pases correctos, casi todos abriendo el juego a alguna de las bandas del ataque británico. El jueves 19 Inglaterra se juega la vida contra la Uruguay de Luis Suárez.

Para Gerrard una derrota supondría decir adiós a su último Mundial y renunciar a firmar una buena fase final con un combinado nacional que parece resignado a "vivir" de la estrella cosida en su camiseta en el lejano campeonato de 1966.

Supera el centenar de internacionalidades, pero se le conoce, sobre todo, por representar uno de esos escasos ejemplos de romanticismo en el mundo del fútbol. Es el prototipo de eso que los británicos llaman one-club man, pues desde que debutó con el primer equipo del Liverpool el 29 de noviembre de 1998 nunca se ha puesto otra camiseta. Comenzó su trayectoria profesional justo la temporada en la que el Liverpool cayó frente al Celta en la Copa de la UEFA. Su fidelidad a la elástica roja le viene de familia, e incluso un primo suyo falleció a los 10 años de edad en la tragedia de Hillsborough, que planea sobre las cabezas de los hinchas de Anfield Road partido tras partido desde aquel fatídico 15 de abril de 1989. Ofertas no le faltaron para jugar en clubes con mayor proyección en el momento presente, porque el pasado ya se sabe que es cosa de los Reds en Inglaterra.

Por sus características siempre destacó por su llegada al área, firmando un buen número de goles por temporada tanto mediante disparos desde larga distancia como en remates de cabeza. Sin olvidar los penaltis, que tiene reservados por galones. Esta temporada Brendan Rodgers le ha dado un nuevo rol, más de contención, lo que le permite desgastarse menos. Sin embargo esta campaña marcó 14 goles entre Liga y FA Cup y, pese a su edad, completó 37 partidos. Roza los dos centenares de goles en su equipo.

Pero no todo fueron sacrificios por su club. En 2005 llevó a los de Anfield a los más alto del continente al vencer la Champions League. Aquel Spanish Liverpool en el que destacaba Xabi Alonso y con Rafa Benítez desde el banquillo quedará grabado para siempre en la memoria de los aficionados al fútbol. Reinaron en Europa remontando un 3-0 al Milan dirigido por Ancelotti.

Este año Gerrard sueña con firmar un nuevo milagro, pero defendiendo a su país.