Mandíbula de cristal

España, pese a la leyenda de su esmerado toque, ha basado sus éxitos con Del Bosque en la fiabilidad más que en el brillo. La selección ganó el anterior Mundial administrando con pericia sus escasos goles. Pese al arranque al ralentí, el tanto de Xabi Alonso sonaba a garantía suficiente. No lo fue y la Roja, que en su época gloriosa rara vez se ha visto por debajo en el marcador, mostró una preocupante mandíbula de cristal. Queda la duda de qué porcentaje de la inferioridad física española puede atribuirse a la fase depresiva en la que entró tras el empate.

adiós al efecto hipnótico

Van Gaal desentrañó los misterios de España. Él entregó los galones del Barça a Xavi Hernández y quizás por eso entiende mejor que nadie que el mejor jugador español de la historia ya no puede gobernar los partidos como antes. Mantiene el toque, pero con su zona de maniobra reducida a una baldosa, incapaz de romper líneas y asomarse al área rival como antes. Con Xavi anquilosado, la triangulación española pierde aquel efecto hipnótico que condujo a la resignación a tantos adversarios. España, sin dinamismo, facilitó las marcas holandesas.

naufragio en defensa

El eje de la defensa no depende de dos entes individuales, sino de la sociedad que construyan entre ambos. El buen momento de Ramos no compensa el malo de Piqué. Las dudas se contagian más que las certezas. Del Bosque quiso tirar arriba la primera línea, una decisión discutible considerando las virtudes de Van Persie y Robben. De la descoordinación en el fuera de juego nació la remontada holandesa. Tampoco anda fino Busquets, incapaz de liderar la presión sobre los pasadores y menos ágil en la corrección de los fallos ajenos.

alimento para el debate

Habrá comentarios excesivos, desmemoriados o ventajistas. Y también mensajes patrióticos, exigiendo confianza ciega, que no corresponden al periodismo deportivo. Difícil encontrar un punto de equilibrio tras un resultado tan extremo. Algunas actuaciones individuales alimentarán debates que se arrastran desde el relato interno de los clubes. Siempre hay cuentas pendientes por ajustar en el circo mediático. Y ciertamente Casillas falló en aquello que se le achaca, los pies y el juego aéreo (aunque exista falta, salta sin autoridad). Queda para los jugadores aislarse de las críticas o convertilas incluso en acicate. Cuenta el presente. Evidentemente muchos de ellos ya tienen asegurado su plaza en la gloria. Pero esa es una cuenta para cuando se retiren.

Uso o abuso

Diego Costa ha perdido el punto dulce que conservó durante casi toda la temporada con el Atlético. Sus fibras han cicatrizado, pero las lesiones tienen sus plazos y sus facturas. Costa resultó útil al provocar el penalti en una acción de sello específico, un recorte con pie arrastrado que ejecuta como nadie. Pero España tampoco ha aprendido a usarlo en la medida justa. Es un juguete goloso que se rompe en el abuso. La selección no es el Atlético. Posee otros recursos que la repetición en el pase largo a Costa. Debe trabajar mejor la fase previa al desmarque del hispanobrasileño.

infortunio puntual

Y claro que todo pudo cambiar si David Silva hubiese anotado el 2-0. Los goles determinan las actitudes. Aunque resulte indemostrable, posiblemente Holanda hubiera menguado en su esfuerzo o lo hubiese ejercido de forma más desordenada. España, como casi todos los campeones, también necesitó en momentos puntuales la fortuna que ayer le faltó.

remodelación

Con mayor oficio, España hubiera entendido en un momento dado que el mejor botín era limitar daños. El 5-1 puede pesar en las combinaciones. Ni siquiera dos victorias en lo que resta garantizan el pase, salvado goleadas que no resultan probables. Al cierre de esta edición se disputaba el Chile-Australia. Un Chile que en el análisis previo parecía incluso más peligroso que Holanda. Con todo, España debe explorar sus opciones. Y aunque el cruce con Brasil es la única hipótesis viable, el papel de víctima podría favorecerle. Pero será refrescando la alineación. No mediante una revolución, que tampoco le cuadra a Del Bosque, pero sí una remodelación profunda.