La selección española ya se encuentra en Brasil para defender el cetro mundial conquistado hace cuatro años en Sudáfrica y parte, junto a la selección anfitriona, como el gran rival a batir en esta nueva cita planetaria. Los pupilos de Vicente del Bosque tenían previsto desembarcar al cierre de esta edición en Curitiba, la capital del estado de Paraná, donde la Roja instalará su cuartel general durante la primera fase de la competición. La selección se entrenará en la ciudad deportiva del Atlético Paranaense, Cajú, donde quedará concentrada hasta el próximo miércoles, cuando viajará a Salvador de Bahía para medirse a Holanda el viernes.

El Mundial, como ha ocurrido en las últimas ediciones, emerge en un saturado calendario con más incertidumbres que certezas. Después de una temporada tan extenuante, la condición física puede afectar el rendimiento de los favoritos. Si hay que agarrarse a alguna verdad ésa es la de España. A la selección le otorga el papel de favorito la estrella que lucirá en el pecho. La más reciente de cuantas brillen en Brasil, donde se reúnen todas las campeonas: Uruguay, Italia, Alemania, Brasil, Inglaterra, Argentina y Francia, además de España. Aterrizan los de Del Bosque con una trayectoria gloriosa en los últimos seis años. Brasil se plantea como la guinda para una generación inigualable.

Porque a nadie se le escapa a estas alturas que muchas de las piezas claves afrontan el último gran desafío de su carrera con la camiseta roja. Xavi (34 años) y Casillas (33) portan el estandarte de la cosecha más exitosa española. Ahora, el reto aumenta: Desde Brasil en 1958 y 1962 nadie ha conquistado dos mundiales consecutivos; ninguna selección europea ha logrado el mayor éxito en suelo americano.

La alternativa más sólida es la del anfitrión, Brasil. En todos los casos, jugar en casa se convierte en una ventaja notable. Habrá que ver en el caso de la selección brasileña y su exigente hinchada. La sombra del Maracanazo es tan marcada que Scolari ha dado orden de eliminar esa palabra de los discursos de sus futbolistas en la concentración de Comary. Neymar es la única nota de improvisación en el tosco equipo brasileño que ha olvidado sus alegres señas de identidad históricas para apostar por el músculo y el trabajo gremial. Con todo, una seria alternativa al título.

Alemania es otra de las opciones seguras a las rondas finales. Le avala un grupo fantástico y una trayectoria última a la que solo le ha faltado el impulso en los últimos escalones: final en la Eurocopa 2008 y semifinales en el Mundial 2010 y en la Euro 2012. Ni la baja de Reus parece restarle un ápice de solidez al bloque de Löw.

Y está Argentina por supuesto. En realidad, está Messi, algo cabizbajo últimamente pero al que nadie osa darle un solo metro de ventaja. La Portugal de Cristiano se enfrenta a un doble problema, un complicado inicio con Alemania y los problemas físicos de su estrella. Aparece también en el pelotón de alternativas Italia, que deberá solventar su pase en el grupo de la muerte con Uruguay e Inglaterra, otras dos campeonas. Francia siempre amenaza con explotar su talento, Bélgica se fía de la sobriedad de Courtois y la magia de Hazard y los conjuntos africanos llevan varias ediciones amagando, pero sin pegar; quizás ahora sí.

Del Bosque tiene el croquis del torneo diseñado. El salmantino es un experto en hacer que el viento siga soplando a favor introduciendo de forma progresiva ligeros retoques. Primero llegaron Piqué y Busquets. Jordi Alba y Pedro se fueron haciendo hueco más adelante. Ahora, solo hay cinco novedades respecto a la lista de la Eurocopa: Diego Costa, Koke, Villa, Azpilicueta y De Gea. La gran esperanza de mejora es Diego Costa, un nueve diferente, con la alergia que le ha tenido la selección últimamente a los delanteros más puros. Holanda y Chile, y en menor medida Australia, pondrán a prueba la fiabilidad del máximo favorito. De un equipo que aún aspira a seguir grabando con letras de oro su paso por los grandes torneos.