Los últimos días en la relación entre Tito Vilanova y Pep Guardiola se tiñeron de negro y tristeza. Una amistad que había pervivido durante años, y que entre otras cosas sirvió para crear el mejor Barcelona de la historia, comenzó a romperse durante la estadía de ambos en Nueva York.

Según señala Emilio Pérez en "El Periódico", Pep no acudió al funeral de su amigo, por expresa petición de la esposa del fallecido, Montserrat Chaure. Así, aunque un gran número de periodistas se congregaron en el aeropuerto del Prat ese mismo día por la inminente llegada de Guardiola, ésta nunca se produjo, ante el estupor de los asistentes.

Es de dominio público que Montse se encontró con Cristina (esposa de Guardiola), de forma casual en la Quinta Avenida, mientras el preparador de Santpedor disfrutaba de un año sabático tras su paso por el Barcelona, y la familia Vilanova se había desplazado para apoyar al patriarca en su tratamiento.

La mujer de Vilanova entonces aprovechó para recriminar a Cristina la poca atención y apoyo que había recibido su marido por parte de su amigo. La conversación desembocó en una acalorada discusión. Toda esta tensión desembocó en el funeral de Tito, al que Guardiola no pudo asistir para evitar tensiones con la viuda y los hijos del fallecido.

Guardiola acusó a la por entonces nueva directiva de Rosell de haberse aprovechado de la enfermedad de Vilanova en contra de su persona. A los pocos días, Vilanova abrió la temporada 2013-2014 en la sala de prensa del Camp Nou disparando contra el propio Guardiola: "Él era mi amigo y yo lo necesitaba, pero él creyó que no (era necesario visitarme)", dijo en la comparecencia, en la que también aprovechó para invitar a dejar de lado rencillas, "otros ismos" y "los egos personales", en favor de la entidad azulgrana.