El Flensburg Handewitt se proclamó por primera vez en su historia campeón de la Liga de Campeones de balonmano después de firmar otra épica remontada ante el THW Kiel (30-28), como había hecho un día antes ante el Barcelona en las semifinales.

El verdugo del Barça empezó con muchas dudas. El Kiel, un equipo que se siente cómodo defendiendo y corriendo, era un ciclón. El campeón de la Budesliga cogía una renta de seis goles (6-12, min.18) que parecía sentenciar la final. Pero las rotaciones realizadas por Vranjes dieron otro aire a su equipo (11-14, al descanso). En la reanudación, los de Gislason, que empezaban a dar síntomas de agotamiento, volvieron a recuperar los cuatro goles de ventaja (12-16). Pero ahí surgió la figura del portero Mattías Andersson (41 por ciento de paradas) y eso permitió a su equipo remontar (20-19, min.39).

Al Kiel se le escapaba la final (25-21, min.46) pero una superioridad numérica le dio algo de oxígeno. Logró ponerse a un gol (26-25) y tuvo un ataque para empatar, pero el joven Jallouz erró en el pase y permitió a Eggert marcar su séptimo gol. El Kiel lo siguió intentando pero ya no impidió el triunfo de un Flensbug que se vengó así de la derrota en la final de 2007.