No es un secreto que Eduardo Berizzo dejó una profunda huella en Vigo durante los tres años y medio que defendió la zamarra celeste. El nuevo técnico participó en el logro histórico de clasificar a al Celta para su primera y única participación en la Liga de Campeones y fue un líder en el campo y en el vestuario hasta su marcha del equipo en 2005, tras el último ascenso de categoría, para acabar su carrera deportiva en el Cádiz.

En Vigo dejó muchos admiradores y también un puñado de buenos amigos, como pudo comprobarse ayer nada más poner el pie en la ciudad. Después de posar ante los reporteros gráficos, cuando el Toto se disponía a abandonar la sede de Plaza de España para dirigirse al hotel a descansar, se topó de bruces con un matrimonio vigués al que le vinculaba una estrecha amistad y que se acercó hasta Plaza de España con la esperanza de poder saludarle.

El reencuentro resultó sumamente emotivo. Tras la sorpresa inicial, el afable entrenador del Celta no pudo reprimir su alegría por el reencuentro que este matrimonio que durante su etapa futbolística en Vigo se ocupó del cuidado de sus hijos y con el que Berizzo y su familia mantuvieron el contacto incluso durante su estancia en Cádiz, antes de regresar a Argentina. Hubo abrazos sentidos, alguna lágrima asomando, preguntas sobre las respectivas familias e intercambio de teléfonos para volver a verse pronto. Fue sin duda una grata sorpresa.