Faltaba el homenaje de Balaídos, donde Tito Vilanova jugó durante tres temporadas (1992-1995). Y esa vinculación con el Celta hizo que el minuto de silencio que ayer se guardó antes del partido ante el Valladolid fuese uno de los más emotivos que se han celebrado desde que el pasado viernes falleciera el exentrenador del Barcelona.

El estadio vigués enmudeció cuando por megafonía se anunció el homenaje que el Celta le quería tributar a uno de los suyos. Por las pantallas de los dos videomarcadores comenzaron a pasarse imágenes de un joven Tito Vilanova con la camiseta del Celta, antes y durante algún partido, así como en ropa de faena, en varios entrenamientos, con algunos de quienes habían sido sus compañeros en aquella época en la que el joven de Girona decidió dar el salto a Primera División.

En el verano de aquel olímpico 92, el espigado centrocampista catalán formado en La Masía había decidido poner fin a su etapa de cesión en el Figueres. Entonces, el Barcelona le concedió la baja y se reservó una opción de compra antes de dejarlo partir hacia Vigo, donde le esperaba Txetxu Rojo, que lo hizo debutar en la Liga en Riazor.

Por fin, El Marqués, como le apodaban a Vilanova por su porte aristocrático, alcanzaba la élite. Un sueño que no pudo disfrutar en el Barcelona porque Johan Cruyff lo descartó tras realizar una pretemporada en el primer equipo, con el que jugó un amistoso en Banyoles junto a su amigo Pep Guardiola.

Además de los recuerdos que Vilanova dejó durante su paso por Vigo, junto con su compañera Montserrat Chaure, ayer había sobre el campo de Balaídos varios futbolistas y técnicos con pasado azulgrana que le guardaban gran cariño, admiración y respeto. Otro gerundense, Fontás, era uno de los más afectados por la desaparición del extécnico del Barça. Junto al defensa se encontraban Rafinha y Nolito, que también conocieron al desaparecido. Desde el banquillo, Luis Enrique y Unzué, que jugaron y entrenaron en Can Barça, también siguieron con pena ese silencio sepulcral que Balaídos le dedicó ayer a uno de los suyos, a Tito Vilanova: un futbolista al que el Celta le dio la oportunidad de jugar en Primera y que triunfó como técnico del Barça.