¿Qué pasaría si el fútbol se pareciera al cine de director finlandés Aki Kaurasmäki? Sin duda, sería un fútbol mejor. Puede que no un fútbol más ofensivo, con mejores equipos y mejores partidos, pero sí un fútbol con menos tonterías. Y, tal como está el fútbol, es más urgente la lucha contra las tonterías que el número de goles por partido. Veamos.

1. Menos palabras. Kaurasmäki sostiene que el cine es un juego de sombras y luz, de modo que la palabra es una novedad inútil añadida más tarde, lo mismo que el cinemascope o el relieve. Si el fútbol es un juego de sombras que se desmarcan y luces que iluminan, entonces la palabra en las ruedas de prensa pre y post partido es una novedad inútil añadida más tarde, como los nombres de los futbolistas grabados en las camisetas o la zona técnica en los banquillos. Más sombras y luces y menos palabras. Que Diego Costa hable en el terreno de juego. Que un partido de fútbol termine con el pitido del señor colegiado, y no en la sala de prensa. Jamás una declaración de Messi ha mejorado un partido de fútbol.

2. Menos poses. Los actores, según Kaurasmäki, parecen estúpidos si no están fumando; en cambio, con un cigarrillo dan la impresión de que tienen una idea en la cabeza. Esta observación del director de la maravillosa "Le Havre" puede hacer que veamos de otra manera "Casablanca" o incluso la serie "True detective", pero también cambia nuestra forma de entender el fútbol. Los futbolistas parecen estúpidos si no están jugando; en cambio, con un balón da la impresión de que tienen una idea en la cabeza. Ya está bien de tanto futbolista anunciando cosas, y cosas, y cosas. Ya está bien de tanto futbolista modelo de, imagen de y marca de. El limpiabotas protagonista de "Le Havre" sí es un modelo, una imagen y una marca de las cosas que importan. Todo lo que hagan Ronaldo y compañía fuera de un terreno de juego es irrelevante. Iniesta parece estúpido vestido de Spiderman. Xabi Alonso da grima embutido en esos trajes mientras pone cara de James Bond.

3. Menos metafísica técnica. Kaurasmäki dice que habló con Timo Salminen, con quien ha filmado todas sus películas, allá por 1983, y luego nunca más volvió a discutir de iluminación. Una vez decidido el estilo, concluye Kaurasmäki, el resto es cosa de Salminen: el director dice dónde tiene que estar la cámara y el objetivo, y luego puede irse a tomar un café en el bar de al lado. ¿De verdad los entrenadores tienen que discutir de iluminación todos los días con sus jugadores? Una vez decidido el estilo, que depende tanto del entrenador como de la pasta de la que están hechos sus futbolistas, ¿es necesario dar la tabarra para envolver conceptos físicos y tácticos en discursos metafísicos? ¿No puede un entrenador decir dónde tiene que estar la cámara y después tomar tranquilamente un café en el bar de al lado?

4. Menos escenas de cama. Kaurasmäki sugiere que las escenas de cama podrían venderse por metros, y así no haría falta filmarlas de nuevo cada vez: los zapatos de tacón tirados en el suelo, la lencería de seda, la pierna de la mujer? Si vuelvo a ver eso en una película, dice Kaurasmäki, creo que me tiro a la pantalla. Algunas escenas de celebración de un puñetero gol también podrían venderse por metros: el egoísmo del delantero alejándose a la velocidad de la luz del compañero que le dio el último pase, la asquerosa manera de señalar su propio nombre en la camiseta o de decir, a la manera de Ronaldo, "tranquilos, muertos de hambre, aquí estoy yo", los bailecitos absurdos que esconden bromas privadas que no importan a nadie, los gestos esotéricos que necesitan una hermenéutica payasa en la rueda de prensa? Si vuelvo a ver eso en un partido de fútbol, creo que me tiro al terreno de juego.

Menos tonterías, más Kaurasmäki.