La final Madrid-Barcelona en Mestalla en junio de 1936 no fue la última republicana. Fue eso sí, la del adiós a grandes jugadores. Fue la última confrontación en la que formaron jugadores que compusieron la selección perdida porque con la Guerra Civil no pudieron participar en el Mundial de 1938 en Italia. La última Copa Presidente de la República se jugó en Sarriá, en 1937, y la ganó el Levante al Valencia (1-0).

La final del 36 es histórica por una serie de acontecimientos dentro y fuera del campo. Sobre el terreno, Eugenio y Lecue marcaron los tantos madridistas y Escolá hizo el barcelonista. La historia errónea cuenta que Ricardo Zamora jugó en Mestalla su último partido. Es cierto que hizo la gran parada que evitó que el disparo de Escolá fuera el empate. Pero en plena Guerra Civil fue guardameta del Niza, equipo en el que formó junto a Pepe Samitier. Por entonces ya había comenzado a escribir crónicas para el periódico madrileño "Ya". Al comienzo del conflicto fue encarcelado en la Modelo madrileña.

En el partido entre las selecciones de Valencia y Cataluña, en Las Corts, los capitanes, Carlos Iturraspe y Josep Escolá, subieron al palco presidencial a pedir al presidente Lluís Companys que intercediera por su colega. Fue un poeta maldito, Pedro Luis Gálvez, que presumía de haber matado un centenar de personas, quien le mostró en la cárcel a presidiarios y milicianos con este discurso: "He aquí a Ricardo Zamora, el gran jugador internacional de fútbol. Es mi amigo, y muchas veces me dio de comer. Está preso aquí, y esto es una injusticia.¡Que nadie le toque un pelo de la ropa! ¡Yo lo prohíbo!" Gálvez fue fusilado tras la guerra y ninguno de cuantos favoreció le echó una mano. Ni siquiera se tuvo en cuenta la dedicatoria que le escribió Zamora en una fotografía. "De tantos amigos que tengo el único que entró en mi celda a darme un abrazo y un beso fue Pedro Luis Gálvez"

Zamora fue de la Modelo a la embajada argentina de la que salió tiempo después en coche oficial camino de Valencia donde se unió a su esposa y su hijo Ricardo, posteriormente guardameta del Valencia. En el buque argentino Torpedero Tucumán fue a desembarcar a Niza, donde se reincorporó al fútbol.

La noche de la final del 36, en la cena oficial, hubo jugadores que mostraron su deseo de que las normas federativas sobre las fichas cambiaran para mejorar la libertad de contratación. Intervinieron Quincoces y Zamora. Éste acabó su alocución así: "Viva Valencia, el Madrid y España". "Y viva la República también", apostilló un periodista. Zamora no asintió. Los clubes los presidían Josep Sunyol, que fue asesinado en la sierra de Guadarrama por la tropas rebeldes, y Rafael Sánchez-Guerra, que estuvo junto a don Julián Besteiro y el coronel Casado hasta el último momento en Madrid. Terminó en el exilio y posteriormente fue fraile dominico en el convento navarro de Villava, donde falleció.

De aquel partido partieron hacia el exilio los madridistas Pedro y Luis Regueiro y Emilín Alonso. Zamora, tras su etapa en el Niza, regresó como entrenador del Athletic de Madrid, bautizado como Atlético de Aviación. Los barcelonistas Iborra, Areso, Argemi, Balmanya, Vantolrá, Munlloch y Raich pasaron por el exilio. Para Balmanya y Raich fue transitorio aunque a la vuelta tuvieron que pasar por las actas de depuración. Su delito fue no reincorporarse a la España franquista tras el regreso de la expedición del Barça a América. En Francia también jugaron Escolá, Zabalo y Mario Cabanes, médico del equipo español de Copa Davis en las finales del 65 y 67 en Australia.

México fue, fundamentalmente, la tierra de acogida de los vascos aunque también formaron parte de equipos argentinos como fue el caso de Areso, Emilín Alonso, Iraragorri y Lángara, que llegaron desde la Selección de Euzkadi.

Iborra fue años después cónsul honorario de España en Puebla. Vantolrá se casó con una sobrina del presidente mexicano Lázaro Cárdenas, quien acogió con tanto cariño a los centenares de españoles de diversos ámbitos profesionales.

Si la guerra no hubiera cambiado el curso de la vida de los finalistas del 36, probablemente en el equipo mundialista del 38 habrían estado Zamora, Ciriaco, Quincoces, Luis y Pedro Regueiro, Lecue, Cilaurren, Emilín Alonso, Areso, Vantolrá, Fernando García, junto a Ahedo, Zubieta, Iraragorri, Blasco, Marculeta, Muguerza, Roberto, Lafuente, Chirri, Bata y Gorostiza.