Un golpe cambió la historia de la NBA. Alteró las vidas del agresor y del agredido, convertidos ambos en víctimas de aquel instante. Ha habido reyertas más salvajes o alevosas. Esta misma campaña ha sido pródiga en acciones arriesgadas. Al final, el resultado de aquella colisión depende de esos mil detalles que el destino maneja a su antojo. Un simple puñetazo convertido en el puñetazo por excelecencia, "the punch".

Fue el 9 de diciembre de 1977, en un partido intrascendente entre Lakers y Rockets. Abdul Jabbar intenta capturar un rebote ofensivo y Kevin Kunnert se lo impide. Cansado de la agresiva defensa de su adversario, Jabbar suelta el brazo cuando ambos están ya en medio campo. Kunnert se dobla de dolor y Jabbar lo agarra por detrás, casi en un gesto de disculpa o protección. Los demás jugadores habían participado en el contragolpe de los Rockets, giran la cabeza y perciben el enfrentamiento. Otro jugador de los Rockets atiende a Kunnert. A Jabbar le guarda las espaldas Kermit Washington. Es la misión que tiene encomendada en el juego y que traslada a la tangana. Rudy Tomjanovich, el anotador alero de los Rockets, llega corriendo. Quiere separar a los contendientes. Washington lo percibe de reojo, se gira y le propina un terrible directo. Una reacción instintiva. Tomjanovich se lleva las manos al rostro, vacila y se desploma. Tendido sobre la cancha, va empapando de sangre las toallas que le ponen.

Cuentan los testigos que el puñetazo resuena en el Forum. "Nunca escuché el disparo de una bala penetrar en el cráneo, pero supe que tenía que sonar así", relataría el corresponsal del Houston Post, Thomas Bonk. Tomjanovich es trasladado al hospital. A los médicos los daños les parecen propios del impacto de un coche a 80 kilómetros por hora. El jugador sufre fracturas en el cráneo y la nariz y tiene el maxilar dislocado. Sufre una severa conmoción y ha perdido incluso fluido espinal, cuyo sabor él dirá después que ha podido notar en la boca. Su vida correrá peligro durante varias horas. Tendrá que someterse a cinco intervenciones quirúrgicas.

A Washington le caen 10.000 dólares de multa, un tercio de su salario, y 60 días de suspensión. La sancion más elevada hasta esa fecha y que genera controversia. La NBA está en crisis, que algunos atribuyen a la multiplicación de jugadores negros ("Too Blacks?", titulaba una publicación sobre una fotografía de la plantilla de los Knicks, íntegramente de color). A este factor le atribuyen el incremento de la violencia en las canchas y el distanciamiento del público. Lo sucedido en el Forum alimenta las tensiones raciales. La opinión pública se polariza entre los que criminalizan a Washington y los que consideran excesivo su castigo, sobre todo si se relaciona con la permisividad exhibida por la liga en sucesos anteriores.

Tomjanovich vuelve a jugar (emplea una máscara rudimentaria) pero ya no será el mismo. Se retira en 1981. Sufrirá problemas de alcoholismo. Washington queda estigmatizado -aún hoy lo mencionan en la lista de deportistas más violentos de la historia-. Matiza sus disculpas de autocompasión. Cuando cuelgue las botas, nadie le ofrecerá el puesto de técnico asistente que pretende. Se arruina.

Durante décadas se ignoran. Hasta que la prensa los reúne en el vigésimo quinto aniversario de la agresión. Tomjanovich es ya un técnico legendario, que ha ganado dos anillos con los Rockets. Washington se ha dedicado a actividades filantrópicas. Al fin, obtiene el perdón de Tomjanovich, que desde entonces lo llama "hermano".

"The punch" no sólo ha alterado estas dos existencias. El origen de la acción, el enfrentamiento entre Jabbar y Kunnert, se explica en la guerra que se consentía en las zonas. La NBA endurecerá la normativa e introduce poco después el tercer árbitro. Y el triple para aligerar el tráfico de la pintura. Un elemento básico para el baloncesto moderno, construido sobre un segundo de locura.