Sorprendidos por la irrupción del Atlético de Madrid, que les tiene tomada la delantera en la Liga con sólo cinco capítulos por escribir, el Madrid y el Barcelona se juegan el miércoles el primer título de la temporada. Los dos clásicos del fútbol español llegan con dudas a la cita de Mestalla. Sobre todo el Barcelona, que en apenas cuatro días se ha quedado fuera de la Liga de Campeones y se ha quedado casi sin opciones en la Liga. El Madrid, al margen de luchar por su Copa número 19, afronta el reto de demostrar que puede dar la talla en los partidos más exigentes. Las importantes bajas en los dos equipos acaba de pintar la incertidumbre de una final que servirá para desempatar: hasta ahora, tres victorias por bando en las seis finales anteriores.

La última final de Copa del Rey Madrid-Barcelona fue de traca. Incrustada en plena catarata de clásicos de los equipos dirigidos por Pep Guardiola y José Mourinho, la final se concretó en 120 minutos de fútbol trepidante, dominio alternativo, ocasiones, brusquedades y el gol decisivo de Cristiano Ronaldo en la prórroga. El árbitro del partido, Undiano Mallenco, ignoró acciones especialmente violentas y solo expulsó, ya cerca del final, al madridista Di María. Ahora le toca el turno al valenciano Mateu Lahoz, con merecida fama de permisivo.

Aunque el potencial de los dos equipos minimiza los efectos, la final del miércoles estará marcada por las ausencias de jugadores muy importantes por cada equipo. En el Barcelona no estarán tres baluartes defensivos (Valdés, Piqué y Puyol), mientras que el Madrid tiene ausencias en todas las líneas: Marcelo en la defensa, Khedira en el centro del campo y, sobre todo, Cristiano Ronaldo en el ataque. La baja del portugués no está confirmada totalmente, pero al final puede pesar el criterio de los médicos, que advierten del riesgo de recaída en la lesión del tendón rotuliano del portugués.

El recuerdo del reciente partido de Liga en el Bernabéu es el único argumento para el optimismo en un Barcelona tocado anímicamente. Tras quedarse fuera de las semifinales de la Liga de Campeones por primera vez en siete años, el equipo de Martino volvió a tropezar el sábado en un campo asequible, el del Granada. Aunque el desarrollo del partido no tuvo nada que ver, ya que el Barça dominó totalmente y tuvo innumerables oportunidades, la sensación que dejaron los azulgrana es de decaimiento. Preocupa especialmente el momento de Messi, desaparecido en el Calderón y falto de acierto en Los Cármenes para rescatar al equipo.

En el Madrid, la goleada al Almería no esconde la inquietud que generó el equipo con su desangelado partido en el campo del Borussia Dortmund. Huérfano del fútbol y el carácter de Cristiano Ronaldo, el equipo de Ancelotti bordeó el desastre cuando parecía asegurada su clasificación para las semifinales de la Liga de Campeones. Ese partido dejó en mal lugar, entre otros muchos jugadores, a Illarramendi, lo que puede condicionar la alineación de Mestalla. Di María, que esta temporada ha jugado casi siempre en el centro del campo, se lució el sábado en la posición que más ha ocupado como madridista, en la derecha del ataque.

Si mantiene arriba a Di María, la única duda de Ancelotti puede residir entre un centrocampista creativo (Isco) o de contención (Illarramendi o Casemiro). Al técnico italiano le preocupa el control de una zona vital, que Martino suele reforzar en los partidos importantes con un jugador más, a costa de sentar en el banquillo a uno de los extremos. Como la fórmula no funcionó en el Vicente Calderón, donde el equipo careció de profundidad, quizá el argentino plantee el clásico 4-3-3.

El Barcelona llega, en cualquier caso, más presionado que el Madrid, que sigue vivo en las otras dos competiciones. Con el Atlético a cuatro puntos, a falta de cinco jornadas, la Copa del Rey aparece ahora mismo como el trofeo de consolación para un equipo que desde 2008 se ha acostumbrado a la caza mayor. El Barça es, además, el rey de Copas, ya que encabeza el palmarés de la competición, con 26, por 18 del Madrid.