Después de cierto tibueos, algunas críticas por aparente exceso de peso y una buena dosis de infortunio traducida en balones al palo, el atacante andaluz está justificando de modo concluyente que el Celta no se equivocó con su fichaje el pasado verano. En un partido que se puso muy cuesta arriba, el andaluz fue un faro en la tormenta. Canalizó todo el juego de ataque de los celestes y fue el único que puso cordura a la hora de buscar el portal de Rubén. No vio recompensado su esfuerzo porque el colectivo no le acompañó y tampoco lo hizo el árbitro, que lo amonestó con tarjeta amarilla después de sufrir un penalti de Arbilla en una de sus múltiples internadas en el área rival.