El estadio de Vallecas, modesto feudo del Rayo Vallecano, presume de ser uno de los campos de Primera División que mayores quebraderos de cabeza han dado al Celta, que apenas a sumado dos triunfos y un empate en once visitas al estadio madrileño en la máxima categoría. Y la cuestión ya no es que los celestes han perdido ocho de sus once enfrentamientos con el Rayo, sino que casi siempre han caído con claridad, incluso en los mejores tiempos, en partidos marcados por toda clase de calamidades y accidentes.

La última victoria en Primera de los celestes en Vallecas fue también la más clara y data de la lejana temporada 95-96, en los años en que Fernando Castro Santos regentaba el banquillo. Aquella mañana de domingo de abril los celestes despacharon al conjunto que entonces dirigía Marcos Alonso con tres goles en los quince primeros minutos. Juan Sánchez, en una hermosa jugada personal, Milojevic, a pase de Sánchez y Alejo, a pase de Milojevic rubricaron un triunfo que el Rayo apenas pudo maquillar con un gol de penalti de Aquino que, curiosamente, sirvió a aquel humilde Celta para certificar la permanencia con mes y medio de antelación.

Bastante más apurado fue el triunfo rebañado desde la trinchera en noviembre de 1992 con Chechu Rojo al frente a la nave celeste. Con un planteamiento descaradamente conservador, el equipo vigués se dedicó a defender el gol de penalti cometido por el excéltico Lema y anotado por Dadie en el minuto 12 de partido y sobrevivió a los embates del conjunto que dirigía José Antonio Camacho gracias a lo reflejos de Cañizares, que lo paró todo.

El dulzor de ambas victorias contrasta con el amargor de las accidentadas derrotas sufridas en el modesto feudo franjirrojo. Reciente en la memoria está aún la sufrida el pasado curso después de que el Celta se adelantase por dos veces en el marcador con dos zarpazos de Iago Aspas a la contra. Todo parecía encarrilado cuando la expulsión de Cabral poco antes del descanso metió al Rayo en el partido y al equipo vigués en la trinchera para defender en vano un resultado al que los madrileños dieron la vuelta con goles de Batistao, Tito y Piti, el último a siete minutos del final.

Más sonada fue la derrota cosechada en mayo de 2002 en el último partido de Víctor Fernández al frente del banquillo, tanto por el resultado, que dejaba al equipo sin su última opción de clasificarse para la Liga de Campeones, como por la posterior espantada de Alexander Mostovoi, que amenazó con fugarse a otro equipo harto de morir en la orilla.

Unos años antes, en el curso 1999-00, el incendió lo prendió Goran Djorovic, en el hotel del concentración, al negarse a jugar como lateral izquierdo. Ahí empezaron los celestes a perder un partido que finalmente concluyó con victoria local gracias un golazo de volea de Ferrón desde fuera del área.

Tampoco en el curso, 2002-03, el que llevó al Celta a la Liga de Campeones fue favorable en Vallecas. Los de Lotina cayeron entonces por 1-0 con un gol de Quintana en el último suspiro. Las derrotas más amplias, con todo, las cosecharon los célticos en los cursos 2000-01 y 1996-97, ambas por un claro 3-0. En sus dos primeras visitas, en las campañas, 78-79 y 89-90 los celestes perdieron también con nitidez (2-0), mientras que el único empate registrado (1-1) data del curso 93-94.