Nació en Londres, estudió buena parte de su vida en el Reino Unido, se aficionó a la nieve en Andorra, compite por la Federación Navarra, se pasa el año compitiendo por todo el mundo, pero se siente viguesa por encima de todo. Con Katia Griffiths, de alguna manera, el deporte gallego rompe otra de sus barreras históricas, la de conseguir un representante en unos Juegos Olímpicos de Invierno. Sucederá dentro de unos días en Sochi cuando esta joven de 33 años compita en la ronda previa de Freestyle en la modalidad de "halfpipe", aunque lo hará por la Federación Navarra.

Katia Griffiths Pereira-Borrajo, hija de una viguesa y un londinense, nació en la capital inglesa después de que su madre se instalase allí. Buena parte de su vida la ha pasado a caballo entre Vigo y Londres y a la hora de ubicarse no tiene ninguna duda en proclamar: "Me considero viguesa por encima de todas las cosas". De hecho su árbol genealógico está lleno de nombres ilustres en la historia de la ciudad, entre los que sobresale la figura de su bisabuelo Enrique Pereira Borrajo, uno de los fundadores a comienzos del siglo XX de la Asociación de la Prensa de Vigo, intenso colaborador de FARO DE VIGO, miembro de la corporación municipal de Vigo y firme promotor de la cultura gallega.

La pequeña Katia conoció la nieve cuando tenía cinco años y sus padres la llevaron a Pas de la Casa en Andorra. Allí les confesó que de mayor sería monitora de esquí. Lo que pareció en ese momento una ocurrencia infantil acabaría por hacerse realidad muchos años después cuando comenzó a formarse para hacer realidad el deseo que tuvo con cinco años. Pasó por Nueva Zelanda y por Estados Unidos, para lo que necesitó un permiso especial que le concedieron en la Universidad de Bristol. Pero al final Katia consiguió su meta de vivir de la nieve.

Probó diferentes modalidades hasta que hace poco más de cinco años llegó al freestyle y concretamente a la modalidad de "halfpipe". Un deporte nacido hace muy poco tiempo (a finales de los sesenta) que en los últimos años ha sufrido una brutal explosión y su definitiva inclusión en el programa olímpico. La viguesa se aprovechó de que precisamente se encontraba en el lugar ideal para evolucionar: "Comencé en pequeñas competiciones. Tanto en Nueva Zelanda como en Estados Unidos la evolución del Freestyle fue enorme y eso me permitió también engancharme y evolucionar bastante deprisa. El halfpipe no tiene de vida más de quince años, estaba empezando y a ese carro me sumé yo".

Compitió un año por la Federación Inglesa aprovechando que estaban desarrollando una importante planificación, aunque finalmente decidió cambiar a la española para competir por el país que sentía como suyo y la esperanza de representarlo en unos Juegos Olímpicos. Se tuvo que federar por Navarra porque "en Galicia no había posibilidades y me dijeron que en freestyle la única opción era hacerlo por un club navarro que tenía un pequeño programa en esta modalidad".

Desde entonces su carrera ha sido meteórica y en la última temporada consiguió los puntos necesarios en las pruebas de la Copa del Mundo para ganarse el puesto en Sochi. No resultó fácil ya que tuvo que pelear con una importante lesión de rodilla. Katia Griffiths decidió adelantar su regreso, desoyendo el consejo de los médicos, para ganarse el puesto en Sochi y así fue como logró el pasaporte y convertirse en la única representante española en su modalidad.

Canadá, Nueva Zelanda o Colorado se convierten en su lugar de residencia habitual durante la temporada. Es el ritmo que marca el calendario internacional y el hecho de no tener a mano buenas pistas de "halfpipe". Últimamente se ha asentado en la localidad suiza de Laax, donde ha trabajado las últimas semanas antes de viajar a Rusia. Vigo queda para los descansos y sobre todo para el verano. Al principio estar en el circuito internacional le costó dinero de su bolsillo y solo cuando fue incluido en el programa olímpico llegaron las ayudas por parte de la Federación Española.

Admite haber cumplido con una de sus metas al llegar a los Juegos y no acude a la cita con especial presión: "Mi meta era estar allí, preparar una buena ronda, esquiar lo mejor posible en la calificación, disfrutar y después ya se verá. Seguro que surge pronto otra meta". Para una deportista que ya ha sido capaz de estar entre los quince primeros de una prueba de la Copa del Mundo el objetivo podría ser ambicioso, aunque ella no quiere obsesionarse: "Todos sueñan con un gran resultado, una medalla, un diploma? No lo pienso. Ha sido difícil llegar hasta los Juegos y ahora no tiene sentido presionarse con un resultado determinado. Voy a tratar de hacerlo lo mejor posible, cumplir con lo que he entrenado, intentar estar en las finales y luego ya se verá".

No está inquieta por la posible inseguridad de la que tanto se habla en Sochi a causa de las amenazas terroristas. "Los deportistas estaremos tranquilos, seguro", indica. Sin embargo, sí ha decidido que su familia no acuda para evitar cualquier riesgo. Partirá hacia Sochi dentro de unos días y el 20 de febrero entrará en competición. Será un momento especialmente importante porque otra barrera caerá para el deporte gallego.