"Veinte entre los veinte", decía hace un par de años el presidente del Academia Octavio, Javier Rodríguez, resumiendo la trayectoria moderna del club. Veinte temporadas entre los veinte primeros del balonmano nacional, ya fuese entre los dieciséis de Asobal o los cuatro mejores de la División de Honor Plata. Es el reto que ha vuelto a marcarse el equipo, con el ascenso como objetivo último. Y lo cierto es que a estas alturas el Octavio está fuera de su territorio natural. Undécimo en la categoría, vigésimo séptimo en el acumulado. Una situación extraña incluso en el curso inicial de un ejercicio.

El equipo académico se mostró muy superior al Bordils en el debut liguero y desde entonces no conoce la victoria. Al empate en Torrelavega le han sucedido las derrotas ante Barcelona B y Pozoblanco, que era colista cuando recibió a los vigueses. Con todo, la plantilla no se alarma por los resultados; sí lamenta una de las principales causas: las lesiones.

Quique Domínguez reaccionó con prontitud al traumático descenso de Aranda del 25 de mayo. El técnico anunciaba el 6 de junio las primeras contrataciones (Casares, Carró). En los siguientes días iría completando el proyecto con Manuel Martínez, Marcos González y Daniel Hernández. Con Javito se cerraba el capítulo de incorporaciones. Estos elementos, unidos a la base, han conformado una plantilla "amplia para la categoría", reconoce Cerillo. Pero cuyos recursos se reducen si algunas piezas importantes se caen de la ecuación. Vargas, sobre el que debiera sustentarse la defensa, sigue sin jugar. Tres microrroturas en el gemelo dejan a Fran González en el dique seco durante mes y medio. A Manu Martínez se le pronostica una convalecencia similar debido a la pubalgia que padece. "Perder siempre cae mal, sobre todo en un equipo que intenta ascender. Sabíamos que con estas limitaciones iba a ser un partido complicado", explica Cerillo. "Son ausencias que se notan mucho y que además provocan que a los demás nos aumente la carga de trabajo durante la semana".

Así que el Octavio se presentó en Pozoblanco más limitado en su munición. Alemany, ya con el partido en juego, se lesionó el brazo y apenas pudo levantarlo durante el encuentro. Muchos contratiempos.

Por otra parte, el Octavio llegó a la localidad andaluza con el tiempo justo para comer, tomarse un ligero reposo y saltar a la cancha. Los jugadores ni siquiera pudieron dormir la siesta tras haberse pasado doce horas en el autobús. Las condiciones en que se viaja lastran a los visitantes en este categoría. Solo el Barça se desplaza el día antes del encuentro y en avión, si es posible. Antequera también pernoctó en Pontevedra antes de medirse al Teucro. Los demás limitan al máximo los gastos. "Está claro que no es lo mismo jugar así que cuando has podido dormir en una cama", conviene Cerillo.

El Octavio solo ha vivido un final sentenciado de partido ante el Bordils. Al Torrelavega le rascó el punto en el último suspiro; ante Barcelona B y Pozoblanco, en cambio, los vigueses tuvieron en su mano la oportunidad de empatar y la desperdiciaron. El capitán rojillo lo considera más coyuntural que estructural. "Son partidos que pueden caer de cualquier lado. Cuestión de suerte. Esperemos que la racha cambie".

Las cuatro primeras jornadas ofrecen otra lectura, que es la extraordinaria igualdad que existe entre los equipos. No solo el Octavio está lejos del puesto que se le supone. El Antequera es sexto y el Palma del Río, penúltimo. "Todo está muy igualado", concreta Cerillo. "No va a ser como hace tres temporadas, cuando nos jugamos el puesto de ascenso directo con el Huesca y cada pinchazo parecía decisivo. El que ascienda y los que se metan en el play off se van a dejar varios partidos por el camino, no sólo uno o dos". El extremo espero no contar entre esos tropiezos el partido del próximo sábado (As Travesas, 20.00) contra el Zamora.