La imagen de Luis Enrique en lo alto del andamio que ha ordenado construir al Celta para dirigir y grabar los entrenamientos ha sido una las estampas más representativas de este inicio de temporada en A Madroa y una seña de identidad del peculiar método de trabajo del técnico asturiano, que prefiere la perspectiva de altura para diseccionar a su equipo.

Desde su elevada posición de observación, Luis Enrique acostumbra a corregir movimientos, trabajar la presión o ensayar situaciones de juego dando instrucciones que sus ayudantes ejecutan a ras de suelo. Quizá porque está preocupado por la peligrosa deriva del equipo, como él mismo reconoció tras el fracaso ante el Elche, el técnico decidió ayer modificar su rutina y bajar a tierra firme para apretar las clavijas a sus futbolistas.

El cambio en la dinámica de trabajo se sustanció en una clara intensificación de la presencia del entrenador celeste, que normalmente delegaba en sus colaboradores algunas tareas que ayer realizó personalmente y con mayor vehemencia que de costumbre. El asturiano estuvo encima de los jugadores y se le vio especialmente implicado y más exigente de lo habitual con los jugadores durante la doble sesión de entrenamiento celebrada en A Madroa. Por la mañana, el equipo trabajó en la salida de balón en situación de presión y Luis Enrique, muy activo, ordenó detener constantemente el entrenamiento para dar pautas y realizar correcciones.

La sesión vespertina la dedicó el técnico al ensayo de la estrategia, una faceta del juego en la que el Celta también está teniendo problemas esta temporada y por la que el propio Luis Enrique ha asumido, debido a las características del plantel, que el equipo tendrá que pagar peaje.

También a ras de suelo, el preparador asturiano dedicó el trabajo de la tarde al ensayo de faltas y de lanzamientos desde la esquina. Rafinha y Álex López se han sumado a la nómina de lanzadores habitualmente integrada por Nolito y, sobre todo, por Toni.

Luis Enrique ha trabajado tanto la estrategia ofensiva como la defensiva en vísperas de un partido frente a un rival que ha demostrado sacar un enorme partido -el compromiso de Liga de Campeones contra el Oporto es el último ejemplo- de las acciones con la pelota detenida.

El centrocampista Álex López destacó ayer esta peligrosa faceta del Atlético de Madrid. "Es un equipo que trabaja muy bien la estrategia. Tiene gente que lanza muy bien la pelota y gente alta y buenos rematadores. Es algo que va a tener mucha importancia en el partido y que estamos trabajando mucho", explicó el ferrolano, que subrayó el tiempo empleado por Luis Enrique en trabajar la estrategia. "No queremos que nos metan goles a balón parado y este año lo estamos trabajando más que nunca. Es cuestión de ser más contundentes. Lo estamos trabajando y creo que vamos a mejorar", afirma.

El lateral Hugo Mallo, mientras, hizo hicapié en el poder de intimidación del Atlético a balón parado. "Sabemos que es un equipo que trabaja mucho a balón parado y tenemos que estar atentos, no solo la defensa, sino todo el equipo", advierte el internacional celeste, que defiende "a muerte" la idea de juego del técnico. "Llevamos siete partido y estamos tranquilos y a muerte con la idea del entrenador. Sabemos lo que tenemos que hacer aunque a veces no lo consigamos", señaló.

La jornada de ayer estuvo marcada también por la presencia de Carlos Mouriño en el entrenamiento matinal. Nada fuera de lo común, pues el presidente acostumbra a seguir las sesiones de trabajo cuando se encuentra en la ciudad, aunque la presencia de Mouriño, que acudió posteriormente al vestuario para dar ánimos al plantel, se prolongó ayer algo más de lo habitual.