El Celta estuvo a punto de chafarle al Athletic Club la fiesta de inauguración del nuevo San Mamés. Cayó por 3-2, después de que Charles, autor del primer tanto en la Catedral del siglo XXI, errase un penalti. El canterano Santi Mina, con 17 años, se sumó al festejo en la recta final, cuando los rojiblancos ya daban por segura una victoria que deja al equipo de Luis Enrique con cinco puntos, en cuatro jornadas, en octava posición. El técnico asturiano no renunció a que su equipo jugase sin miedo, pero los desajustes en defensa y la falta de pegada le llevaron a sumar la primera derrota de la temporada.

Sin balón, el Celta lo pasó muy mal durante los primeros minutos, en los que el Athletic buscó superioridad por las bandas para atacar la portería de Yoel. Los leones, además, dominaban el centro del campo, con Beñat, Morán y Herrera ganándole el pulso a Rafinha, Álex López y Oubiña. Pero el fútbol le jugó una mala pasada a Morán cuando su equipo manejaba la situación y el escenario. El rojiblanco salía con el balón controlado desde su campo y falló en la entrega. El regalo se lo llevó Rafinha, que corrió en busca de Charles, que le seguía a la carrera por su derecha. El delantero recibió de cara y fusiló por bajo a Herrerín, al que sorprendió a media salida.

Como había ocurrido en Sevilla ante el Betis, el Celta tiraba a la lona de un golpe seco a quien no paraba de pegarle desde el inicio del partido. Habían transcurrido catorce minutos de juego y Charles inscribía su nombre en la historia del nuevo San Mamés como primer goleador.

Pero cuatro minutos después, el Athletic cobró venganza del error de Morán. Beñat lanzó una falta desde el pico del área, el balón tropezó en Hugo Mallo y San José, que no había podido rematar de cabeza, cazó el rechace y remató cruzado, con la izquierda.

El zaguero será recordado como el autor del primer gol del Athletic en la nueva Catedral, en la que el busto de Pichichi está situado un lugar destacado en la entrada al túnel de vestuarios.

Los errores ponían la guinda en un partido sin tregua, alocado, en el que el conjunto vasco llevaba la iniciativa pero el Celta se mantenía al acecho para montar contraataques.

El juego trabado lo tenía que poner el equipo celeste, incapaz de sacarle el balón al rival. A los veinte minutos, el Celta sumaba nueve faltas frente a una del adversario, que alcanzaba un 68 por ciento de posesión de la pelota. Por tener el balón entrena el equipo de Luis Enrique, pero lo mismo le sucede al del Txingurri Valverde, que se sentía muy motivado por el momento histórico que estaban viviendo sobre un campo que quiere heredar la magia de la vieja Catedral.

Incómodo y sufriendo en la contención, el Celta afilaba las uñas para asestar otro golpe mortal. Y la segunda ocasión clara le llegó en el minuto 25. Augusto siguió el desmarque de Nolito por la otra banda, cuando el andaluz controló el balón dentro del área, Herrerín se precipitó en la salida de su portería y se llevó por delante al atacante céltico. Charles se preparó para lanzar el penalti y cuando el portero ya se había tirado a la derecha, el brasileño mandó el balón por encima del larguero.

El goleador céltico -ya suma tres tantos en cuatro partidos- devolvía lo cobrado tras el regalo de Morán. Pero Charles volvió a tener al borde del descanso otra oportunidad para anotar el segundo tanto. Controló el pase de Nolito pero su remate salió fuera. El exjugador del Almería ha comenzado de manera extraordinaria la temporada y se ha convertido en el refuerzo más notable del equipo de Luis Enrique hasta el momento, a pesar de su escasa puntería.

Tras el descanso, el Celta buscó el control del juego que el rival le negó en la primera mitad. Fue una trampa que le tendió el equipo de Valverde, que esperó un desajuste en la defensa celeste para adelantarse en el marcador. Lo encontró a la hora de juego, en un balón que movió en la frontal del área. Allí estaba Muniain para regalarle un taconazo a Iraola, que encontró hueco para colocar el balón fuera del alcance de Yoel.

Sin hallar la portería de Herrerín, el Celta recibió un golpe casi definitivo en el minuto 67. Beñat arrancó casi desde el centro del campo en situación dudosa de fuera de juego. Se fue por la izquierda hasta el salón de Yoel, que siguió con la mirada el lanzamiento con la izquierda y de rosca del centrocampista vasco, tras el quiebro que le hizo al defensa que le salió al paso.

Luis Enrique movió el banquillo: Madinda, Mina y Orellana entraron por Álex, Augusto y Nolito. Funcionó la apuesta, pues Mina tardó siete minutos en peinar con la cabeza un centro desde la izquierda de Toni y superar el puño que sacaba Herrerín para evitar el remate a gol. El canterano se estrenaba como goleador en San Mamés a lo grande, como antes había hecho su compañero Charles.

A falta de un cuarto de hora, el Celta volvía a estar vivo en un partido que había perdido intensidad pero no emoción, como se merecía la fiesta de un estadio como el nuevo San Mamés.

De Marcos, en el minuto 85, pudo lograr la goleada, pero su remate en semifallo y cayéndose al suelo lo sacó Fontás sobre la línea de gol. El Celta había estado a punto de colarse en la fiesta de estreno del nuevo San Mamés, pero le faltó solvencia defensiva y más efectividad en ataque.