El Celta es el décimosegundo equipo en la clasificación histórica de la Liga. Un dato que confirma su importancia dentro del fútbol español. La entidad viguesa ha vivido épocas doradas, como en los 90 y parte de la década pasada, y otras de oscuros pasajes. Incluso la sombra de la desaparición planeó con fuerza sobre Balaídos. El Celta ha disputado 1.547 encuentros en la Primera División y ha marcado más de dos mil goles.

Fue en 1939 cuando el Celta inició su andadura en la Primera División, en un partido que perdió ante el Zaragoza. Debió hacerlo mucho antes porque al club se le vetó la entrada en Primera cuando nació la Liga en 1929. En aquel momento, la Federación tomó la decisión de elegir a los equipos que disputarían cada una de las categorías. Pesaron muchas cosas: la presión de los históricos, de determinadas federaciones territoriales, políticas. Todo el mundo quería estar en Primera y al Celta no se le respetó la impresionante historia de sus padres (Vigo y Fortuna) ni el extraordinario rendimiento que el equipo recién nacido había ofrecido en la Copa en las anteriores temporadas y en la que los vigueses ya habían sido semifinalista. Se le oblió a disputar un torneo promocional del que le apeó el Sevilla. Eso le obligó a empezar en Segunda y por donde vagó durante unos años -con visita incluida a Tercera- hasta que en 1939 se estrenó en la máxima categoría.

Desde entonces, los vigueses han mantenido una dosis de irregularidad, en una línea de ascensos y descensos aunque el club ha pasado más de la mitad de su vida en Primera. La actual es la temporada número 48 en la máxima categoría. A eso hay que sumar 32 en Segunda, 1 en Segunda B y otra en Tercera.

El Celta futbolístico está plagado de nombres que se han ganado un lugar en la historia. Muchos de ellos fueron protagonistas de épocas brillantes, pero después de cada una se produjo un bajón en el rendimiento colectivo.

Sus mejores clasificaciones fueron los cuartos puestos en la temporada 1947-48 y en la 2001-2002. En esta última campaña, el Celta vivía en la élite, al lado de los ´grandes´, compitiendo en Europa y desarrollando un fútbol que llamó la atención en todos los rincones. Y estuvo cerca de ganar una vez la Liga. Sucedió en 1950 cuando era líder a falta de cuatro jornadas para el final. Llegaron las lesiones, la mala fortuna y se acabó el sueño de ganar la primera Liga. Tendría que pasar mucho tiempo para volver a repetir una situación parecida. Ocurrió en la temporada 1998-99 cuando el equipo llegó a ser líder en la segunda vuelta, pero al final el equipo no pudo resistir la presión de sus rivales y las lesiones también ayudaron a que replegase en la clasificación.

Aquel año fue el comienzo del esplendor de los años noventa. Varias jornadas líderes, victorias históricas tanto en Balaídos como en estadios emblemáticos e históricos que provocaran el respeto en sus rivales.

Coincidió esa etapa después de una convulsa. Curiosamente, el Celta inició su ascenso tras un verano intenso. El descenso administrativo a la Segunda División, junto al Sevilla, provocó la movilización de los aficionados. Ellos fueron los que ayudaron a rectificar la decisión inicial de los organismos reguladores del fútbol. Horacio Gómez, el presidente, prometió hacer un Celta fuerte y grande. Y lo logró.

El fichaje de Mazinho, considerado como uno de los líderes de Brasil, marcó también un punto de inflexión. El centrocampista abrió ´la puerta´ para la llegada de otros futbolistas de calidad. El Celta ascendió en el escalafón y se convirtió en un punto de referencia gracias a ellos.

Instalado en la euforia, los vigueses se metieron en el grupo de la élite y provocaron también el delirio en la afición. Fueron temporadas de esplendor, marcadas también por una fuerte inversión económica y un gran desgaste físico para una plantilla que afrontaba tres competiciones, incluída la europea.

El ciclo, iniciado con Javier Irureta en el banquillo, siguió con Víctor Fernández, Miguel Ángel Lotina y Radomir Antic. Pero el Celta siempre debe tener sobresaltos. En su primera participación en la Liga de Campeones sufrió también el descenso a la Segunda División en una temporada histórica y convulsa.

El Celta regresó y lo hizo de nuevo con fuerza. A cada crisis parece que aparecía un época dorada. Y en ese nueva campaña en la Primera División se encontró de nuevo con la Copa de la UEFA.

Fue a partir de entonces cuando aparecieron otros problemas. El cambio de presidente provocó una reestructuración a nivel económico. El Celta estaba ´herido´ y bajo la presidencia de Carlos Mouriño se reorganizó.

Al margen de resultados deportivos, el crecimiento del Celta en su historia está envuelto en episodios que marcaron una profunda huella. Como el estreno en Balaídos, la remodelación del estadio con motivo del Mundial de fútbol, la dura y agónica transformación en Sociedad Anónima Deportiva, el asesinato de Quinocho por defender al club en las propias oficinas, las largas asambleas de socios, el paso al chalet de la Plaza de España como sede, la construcción de los campos de A Madroa para los entrenamientos, los viajes por toda España en un autocar pagado por los gallegos emigrantes en Cuba, las concentraciones de aficionados en el emblemático lugar de As Travesas, los sorprendentes cambios de presidente o el cese de entrenadores, los porteros que se convirtieron en inesperados goleadores (Fenoy), los apasionantes duelos con el Deportivo tanto en la Liga como en la Copa o los fieles aficionados capaces de hacer cualquier cosa por seguir a su equipo.

El Celta cumple años e inicia una nueva etapa. El futuro todavía está por escribir. Queda el desafío de mejorar lo de antaño y también la certeza de que después de una etapa oscura o menos buena siempre llega el esplendor.