Pablo Cacheda, con ese pulso firme que le caracteriza, bate al portero croata en los estertores de la prórroga. Su séptimo gol supone el 36-35. La selección española júnior se ha metido en la final del Mundial. La chavalada estalla de alegría. También el dezano, aunque se sale pronto de la montonera, se gira hacia el banquillo y se levanta la casaca roja. Debajo, sobre la pechera de la camiseta blanca que siempre lleva, se ha pintado con rotulador una bandera gallega y una frase: "¡¡Sempre Galiza!!".

La imagen cunde y se multiplica en las redes. "Un simple anécdota, un pequeño detalle", decía ayer Cacheda en Radio Marca, restándole importancia al gesto. Es la dedicatoria al pueblo que sufre, en luto desde el tren descarrilado del miércoles.

Cacheda, que este año cambia el Octavio por el Valladolid, y el teucrista David Chapela han vivido la tragedia desde Bosnia, donde se disputa el Mundial. Conocieron la noticia al regresar al hotel de Sarajevo de su partido de cuartos. Llegaban alegres por el triunfo sobre Suiza. "Nos conectamos a la wi-fi, teníamos mensajes, vimos lo que había sucedido en los periódicos digitales", relata Cacheda. "Fue un jarro de agua fría", asegura. Comprobaron enseguida si algún conocido viajaba en el tren fatídico. "Amigos de amigos", indica el central.

Fue entonces cuando el homenaje a las víctimas se sumó a las motivaciones de la semifinal. La delegación española negoció el minuto de silencio y los brazaletes negros en el partido del viernes, a lo que la Federación Internacional finalmente accedió. Cacheda escondió su particular ofrenda, que pudo exhibir en una culminación perfecta.

España afronta hoy el encuentro definitivo contra Suecia. El presidente de la Española, Blázquez, negociaba ayer la retransmisión del partido por algún canal. Los nórdicos son favoritos tras el 27-37 de la fase de grupos. Aunque "una final es diferente", advierte Cacheda. El lalinense ha ido creciendo y la selección, a su estela. Del empate inicial con Egipto al triunfo sobre Croacia, duelista habitual. Con los croatas perdieron el oro del Europeo juvenil y a los croatas les ganaron el oro del Europeo júnior. Porque el combinado de Chapela y Cacheda, también el de Tomás Moreira, ausente en Bosnia por cuestiones físicas, completa hoy el ciclo más brillante que se recuerda. "Quizás no sean los mejores de la historia, pero sí los más competitivos", ha dicho el seleccionador. Han disputado las finales de todos los grandes torneos desde que esta generación se congregó en promesas. La del Mundial juvenil se la arrebató Dinamarca. Quieren que Suecia pague la última factura que les queda por cobrar.

"Creo que aún no somos conscientes de lo que estamos haciendo. Y sabemos que esto se termina. Después de casi seis años será la última vez que muchos de nosotros juguemos juntos", dice Cacheda, presintiendo la nostalgia. "Intentaremos disfrutar y dar lo mejor".