Había pocas dudas sobre su presencia en el once titular a pesar de que Sergio Álvarez ya tenía el alta médica. Abel Resino no veía otra opción que seguir dándole la portería a Rubén Blanco en la decisiva cita ante el Espanyol. Y la respuesta fue de nuevo espectacular, con una actuación magnífica en la que salvó al Celta en varias ocasiones, especialmente en la primera mitad, demostrando que tiene unos guantes de oro.

La confianza es un aspecto muy importante en un portero y Rubén demostró desde el principio que iba sobrado de ella, con esa tranquilidad que asusta a quienes no lo conocen. En el primer balón que se le acercó salió con seguridad para despejarlo lejos del área.

Tras el gol que le dio la salvación al Celta, fueron momentos de mucha tensión, con un equipo al que le pesaban las piernas una vez que iba conociendo que todo estaba saliendo a pedir de boca. El Espanyol no se arrugó en ningún momento y buscó la portería céltica. Una de las más claras la tuvo Verdú, que rompió el fuera de juego y cuando daba el pase de la muerte se encontró con una mano milagrosa de Rubén, que se repuso y sacó con el pie la segunda acción. Antes del descanso, todavía tuvo que intervenir una vez más a un disparo lejano de Víctor Sánchez, que fue repelido a saque de esquina con mucha seguridad.

En los segundos cuarenta y cinco minutos, los catalanes no se rendían aunque eso no se tradujo en oportunidades claras, con un Rubén que apenas tuvo que intervenir salvo en alguna salida, antes de que la alegría le desbordase. Al igual que Iago Aspas hace cuatro años, otro canterano salía a hombros tras lograr la salvación, en este caso el portero de los guantes de oro.