La apuesta por la cantera se ha convertido en el sello de identidad de este Celta. El equipo vigués estuvo cinco años lejos de la élite. La espera por retornar al cielo futbolístico mereció la pena. Esa travesía en el desierto supuso un cambio de estrategia desde el punto de vista deportivo. El objetivo era convertir A Madroa en una de las mejores factorías de España.

La apuesta ha dado sus frutos. El conjunto vigués está plagado de gente de la casa. El celtismo de la grada se traslada al terreno de juego con hombres como Iago Aspas, Oubiña o Andrés Túñez. La cantera fue la pasada campaña una de las claves del ascenso. Casi doce meses después, el cuadro celeste se juega su supervivencia en Primera División con los valores formados en A Madroa tras no cuajar algunos fichajes llamados a marcar la diferencia.

Abel Resino ha incluido en el once titular que debe ganar al Espanyol para seguir con opciones de permanencia a siete futbolistas formados en las categorías inferiores. La lesión de Javi Varas ha abierto las puertas de la titularidad a Rubén Blanco, uno de los jóvenes que lidera la nueva hornada de A Madroa. El mosense se une a una zaga con claro acento gallego -Túñez y Roberto Lago- y una sala de máquinas en la que Borja Oubiña y Álex López son los encargados de dar forma al juego céltico. Arriba la referencia, el jugador franquicia. Iago Aspas, héroe en su primer partido en Balaídos, espera repetir la hazaña ante el Alavés y ser determinante en un triunfo que permita al Celta continuar entre los más grandes del fútbol español.