Que el Celta llegue vivo a la última jornada es un logro que ya alcanza por sí misma la categoría de hazaña. Lograr la permanencia rebasaría lo inaudito. Ningún equipo que era colista a falta de dos jornadas, en formato liguero de tres descensos, ha conseguido jamás la salvación. Ninguno ha remontado cinco puntos en tan corto espacio de tiempo.

Tal es la dimensión del milagro que se presenta aderezado con otras adversidades. Reto homérico, en suma, trufado de imágenes heroicas como la de Rubén Blanco blindando la portería de Pucela a sus escasos 17 años.

Porque es cierto que el Celta ha cometido numerosos errores que explican su situación clasificatoria. Del análisis que efectúe cada uno depende la cuota de responsabilidad que se le quiera atribuir a cada estamento. Pero también es cierto que la fortuna, especialmente en cuanto a lesiones, le ha sido esquiva a los celestes.

Es una plaga que ha superado los niveles admisibles de daño en las jornadas cruciales de las últimas semanas. Bermejo se rompió el ligamento cruzado anterior y el menisco externo de la rodilla izquierda el 8 de mayo, ante el Atlético de Madrid. Baja sensible por la importancia del cántabro y porque su único alternativa natural, Park, sufre una fractura de escafoides tarsiano en el pie derecho de la que aún se recupera.

Desmochado arriba, con la vanguardia limitada a Iago Aspas, el equipo también se ha encontrado de pronto con que le fallaba la base de la estructura: su portería. Se lesionó primero Sergio Álvarez. Fue el 28 de marzo, en un entrenamiento. El arousano se lastimó la clavícula. Los médicos dictaminaron dos meses de ausencia.

No cundió la alarma. Al fin y al cabo Sergio es el suplente de Javi Varas. Pero de repente, en el Zorrilla, el sevillano se levanta de una caída con el brazo izquierdo envarado. Levanta el derecho para solicitar ayuda. La luxación de codo lo tendrá convaleciente durante cinco semanas. Rubén Blanco tiene que dar un paso al frente en la edad en que aún no puede votar, tener carné de conducir o realizar declaraciones por la política de protección del Celta hacia los menores de edad.

Han sido los últimos golpes en una larga lista que se inició con la rotura del cruzado anterior de la rodilla izquierda de Samuel en el Celta-Almería copero del 31 de octubre. Hace poco que recibió el alta. Hugo Mallo completó la maldición de esa articulación zurda también en Copa, en casa del Real Madrid (9 de enero), en su momento más dulce de juego.

Ha habido otros contratiempos, menores pero de peso. A Natxo Insa le lastró el esguince de rodilla de octubre, cuando parecía que Paco Herrera le estaba abriendo sitio en sus esquemas. Álex López estuvo tres semanas en el dique seco a causa de una rotura de fibras. Túñez aprieta los dientes para imponerse a las molestias de la pubalgia que se le desató en un partido internacional entre Venezuela y Colombia. Contra todo eso quiere también el Celta hacer historia.

Las cuentas del Celta son claras, necesita ganar. A sus tres puntos debe añadir un tropiezo del Deportivo, es el único rival del que tiene que estar pendiente. Se podría dar el caso de un triple empate con herculinos y Zaragoza. En este caso, se acudiría a la clasificación entre los tres implicados. En ella, los coruñeses salen victoriosos por mejor goal-average particular con el Celta.