Esta semana habrá sin duda mucha tensión pero una tensión que el Celta antes del partido contra el Valladolid ya tenía, porque la situación era mucho más complicada que la que tiene en estos momentos. El vaso se ve un poco más lleno que antes del domingo. Si pensamos en lo que había antes del último desplazamiento, parecía que todo estaba perdido, ahora se ganó un partido importante, era lo que se tenía que hacer, esperar otros resultados que se dieron a favor, así que ahora se debe seguir pensando, primero en positivo, y luego con una mentalidad ganadora, porque tiene que volver a hacer lo mismo que hizo en Valladolid, ganar y esperar los otros resultados, en este caso el del Deportivo.
Aunque los coruñeses jueguen ante la Real Sociedad y el Celta ante el Espanyol, hay que partir de la base de que nunca se sabe lo que supone que el rival llegue sin jugarse nada. Como equipo nunca tienes que pensar eso porque es peligroso, contraproducente, nunca hay que subestimar a nadie y no se debe pensar en eso. Es un equipo que se viene a jugar los tres puntos, es un partido en el que tú te juegas la vida y eso hay que demostrarlo desde el primer momento, que se note que el encuentro tiene que ser tuyo.
Para lograrlo, el trabajo que se debe hacer debe ir encaminado a la motivación, al aspecto mental, ya que es la parte final de temporada y en el físico no puedes hacer en una semana lo que no hiciste en un año. Lo que se tiene que hacer es realmente mentalizar al jugador, potenciarlo para darle todas las armas para ganar.
Es un día tan decisivo que, en estos casos, no hay favoritos porque el fútbol en muchas ocasiones es cruel y no entiende de merecimientos, lo mejor que puede hacer el Celta es pensar en positivo, saber que te va la vida en este partido y que puedes terminar el año de una forma feliz a pesar de una trayectoria irregular. Eso es lo que tiene que pensar el jugador desde hoy mismo que comienzan los entrenamientos para el partido, poner toda la mentalidad en ese encuentro, son noventa minutos en los que acabas con alegría o tristeza, no hay más.